A mi amigo Ceferino M. Calvarro

Querido Cefe: Nos conocemos hace más de 70 años, cuando como jóvenes seminaristas nos reuníamos en Cadalso, charlábamos, jugábamos y nos divertíamos  con la pesca de peces y truchas. He procurado alimentar nuestra amistad a lo largo de los caminos de nuestra trayectoria vital, diversos, pero coincidiendo en las mismas opciones fundamentales. Vivimos en comunidad en la barriada de Aldea Moret, hasta que te nombraron Director del Diocesano.

Tú has pasado por todas las escalas eclesiásticas existentes: profesor de clásicas  y superior del seminario menor, coadjutor de San Mateo de Cáceres, Director del Colegio Diocesano.  A la llegada de Don Jesús te nombró Vicario Pastoral, cargo en el que has permanecido como Vicario más de veinte años con los obispos Jesús Domínguez, con Don Ciriaco y Don Francisco. En esa etapa hasta Don Marcelo, arzobispo de Toledo, te quiso aupar a obispo, pero no lo consiguió.

Incluso en tus etapas de Vicario, has asumido la responsabilidades de Rector del Seminario Diocesano y después la de Párroco de San Juan

En todos tus trabajos creo que has sido una persona fiel tanto a  las personas que te han nombrado, como a las responsabilidades y los cargos que te han encomendado. Has sido un trabajador todo terreno. No has sabido negarte a nada que te pidieran, mirando siempre el bien que podías hacer. Yo, particularmente, te tengo que agradecer la forma cariñosa, inteligente y efectiva que gestionaste mi secularización.

Julián Díaz Lucio