Cáritas pide ser comunidad con aquellos obligados a dejar su hogar con la esperanza de uno mejor

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Como cada último jueves de mes, la Plaza de San Juan en Cáceres acogió este jueves día 27 de julio, a las 20 horas, un nuevo Círculo del Silencio de Cáritas Diocesana de Coria-Cáceres. Unos minutos de reflexión en los que, en esta ocasión, se hizo un llamamiento a la necesidad imperante de SER COMUNIDAD CON LAS PERSONAS MIGRANTES.

Terminando ya este mes de julio muchos de nosotros, nuestros vecinos o familiares están pensando en sus desplazamientos vacacionales o están disfrutando de un merecido descanso.

Es, por tanto, momento oportuno para tener presente la realidad de otras personas, que también están viajando, los emigrantes y refugiados. Son hombres, mujeres, niños y niñas forzados a vivir lejos de su tierra natal y, en ocasiones, separados del afecto de su familia.

Ayer se leyó un manifiesto en el que se detallaba que «no se trata sólo de personas en busca de un trabajo digno o de condiciones de vida mejor, sino también de hombres y mujeres, ancianos y niños que se ven obligados a abandonar sus casas con la esperanza de salvarse y encontrar en otros lugares la paz y la seguridad que han perdido en sus hogares».

Según la Organización Internacional para las Migraciones, en el año 2016 llegaron a Europa 384.527 personas. Muchos en condiciones dramáticas y dejando a familiares, amigos y compatriotas tras de sí en las aguas del Mediterráneo o en las arenas del desierto.

Cáritas denuncia la reacción de occidente ante esta situación: «ante esta realidad, el continente europeo, cuna de las libertades, continúa dejando a las personas migrantes y refugiadas en condiciones de extrema desprotección y vulneración de sus derechos. Se continúa blindando Europa como una fortaleza, externalizando las fronteras y facilitando las expulsiones».

Por todo esto, algunas de las principales organizaciones nacionales e internacionales, incluida Cáritas, han hecho público su compromiso para la solución de este problema y la adopción de medidas:

1. Impulsar políticas internacionales y europeas que garanticen el cumplimiento de los derechos de las personas refugiadas y migrantes.

2. Mejorar el sistema de acogida para asegurar condiciones adecuadas de recepción, de acuerdo a los estándares internacionales de derechos humanos.

3. Garantizar vías de entrada legales y seguras.

4. Garantizar el respeto de los derechos humanos y el acceso a la protección internacional.

5. Proteger a las personas refugiadas y migrantes, en nuestro país, especialmente a aquellas en situación de especial vulnerabilidad.

En Levítico 19: 33-34 leemos: «Cuando un extranjero resida en vuestra tierra con vosotros, no lo oprimáis; deberá ser considerado como un nacido en el país y lo amarás como a ti mismo, porque también vosotros fuisteis extranjeros en el país de Egipto» y el Papa Francisco nos recuerda que «Nadie es extranjero en la comunidad cristiana», que abraza «todas las naciones, razas, pueblos y lenguas» y propone que trabajemos todos unidos para «proteger, integrar y dar soluciones estables» a la situación que vive cada persona inmigrante.

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