30 septiembre 2020
Carta «Samaritanus bonus»: un texto necesario ante las nuevas legislaciones sobre la eutanasia

El Cardenal Luis Ladaria, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe explica las razones que llevaron al Dicasterio a publicar «Samaritanus bonus».
¿Por qué era necesario este nuevo documento de la Congregación sobre los temas del fin de la vida?
Se trata de profundizar, en particular, en los temas del acompañamiento y la atención de los enfermos desde un punto de vista teológico y antropológico, centrándose también en algunas cuestiones éticas pertinentes relacionadas con la proporcionalidad de las terapias y con la objeción de conciencia y el acompañamiento de los enfermos terminales. Un nuevo pronunciamiento de la Santa Sede sobre el cuidado de las personas en las fases críticas y terminales de la vida parecía oportuno y necesario en relación con la situación actual, caracterizada por un derecho civil internacional cada vez más permisivo sobre la eutanasia, el suicidio asistido y las disposiciones relativas al final de la vida.
¿La Carta «Samaritanus Bonus» contiene alguna novedad? Y si es así, ¿cuáles son estas novedades?
El documento ofrece un enfoque integral de la persona humana, del sufrimiento y la enfermedad, del cuidado de los que se encuentran en fases críticas y terminales de la vida. Un cuidado que, a su vez, no puede reducirse a la perspectiva médica o psicológica solamente, sino que consiste en cuidar de toda la persona necesitada. Porque el cuidado de la vida es la primera responsabilidad que el médico experimenta en el encuentro con el enfermo. No se reduce a la capacidad de curar al enfermo, ya que su horizonte antropológico y moral es más amplio: incluso cuando la curación es imposible o improbable, el acompañamiento médico y de enfermería, con el cuidado de las funciones fisiológicas esenciales del cuerpo, junto con el acompañamiento psicológico y espiritual, es un deber ineludible. Lo contrario constituiría de hecho un abandono inhumano del enfermo. Samaritanus bonus insiste desde el principio hasta el final en esta dimensión integral del cuidado.
¿Por qué el documento se afirma que «incurable» nunca es sinónimo de «in-cuidable»?
Ejercer la responsabilidad en relación a la persona enferma, significa asegurar su cuidado hasta el final: «curar si es posible, cuidar siempre» escribió Juan Pablo II. Se trata de una mirada contemplativa, una mirada a la persona en su conjunto, que permite ampliar la noción de cuidado. Esta intención de curar siempre al enfermo ofrece el criterio para evaluar las diferentes acciones a tomar en la situación de enfermedad «incurable»: de hecho, incurable nunca es sinónimo de in-cuidable. La Iglesia no cesa de afirmar el sentido positivo de la vida humana. Afirmar el carácter sagrado e inviolable de la vida humana significa no desconocer el valor radical de la libertad de la persona que sufre, fuertemente condicionada por la enfermedad y el dolor: tal desconocimiento se produciría, sin embargo, en el mismo momento en el cual se tendría que aceptar el pedido de negarle, por medio de la eutanasia, cualquier otra posibilidad de relación humana beneficiosa.
-Fuente: Agencia SIC
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