12 febrero 2012
Correspondencia epicopal:»Cuidar la salud: un bien escaso para los pobres»

Como todos los años, Manos Unidas una voz profética dentro y fuera de la Iglesia, nos convoca, como dice un Prefacio de la Misa a «compartir nuestros bienes con los más necesitados incitando así tu generosidad». Es una llamada, que esta campaña, como todas las de Manos Unidas, pone el dedo en la llaga, para hacer llegar proyectos de desarrollo y, sobre todo, de pensar en cada persona que en tantos países empobrecidos de América, de áfrica y de Asia, llevan años y años en los que solo han conocido las crisis de las crisis, que les hace estar en el último puesto del ranking mundial de los empobrecidos, de los que pasan hambre, de los escaso o nulos los medios para cuidar la salud. La salud es un bien escaso. La misma humanidad no deja a los pobres y a los hambrientos sentarse a la mesa común de los necesitados, de los que viven sin ninguna esperanza y están esclavizados en todas las pobrezas y necesidades. Hasta careciendo del derecho elemental de poder cuidar su salud y a tener una vida digna, como nos enseña Jesús en el Evangelio.
En este tiempo de crisis, de paro y de pobreza te llamo a la generosidad por tus hermanos, sabiendo que es la mejor inversión que podemos hacer. Todos juntos debemos luchar contra la pobreza. Nos empobrecemos todos juntos y salimos todos juntos de las crisis. La llamada de Manos Unidas con la invitación al Ayuno Voluntario, en nuestra Diócesis, nos vuelve a convocar a una sensibilización cada vez mayor, con nuestros hermanos necesitados. El Concilio Vaticano II recordaba el escándalo de países ricos, de mayoría cristiana, sin embargo, no son generosos a la hora de compartir con los países y los pueblos más necesitados, incluso hasta del derecho más fundamental, a la vida, protegiendo y cuidando la salud, donde los niños son, a veces, el blanco de todas las enfermedades, de todas las carencias, faltando los recursos mínimos para una vida digna, lo que se traduce en vivir una vida que carece de los más elemental. ¿Te puedes quedar sin hacer nada, siguiendo en el pecado de omisión ante tantas necesidades»
La sensibilización nos tiene que llamar a la generosidad que, curiosamente, se da siempre en abundancia en los que menos tienen, mientras que otros, a veces, viven en medio de la indiferencia y sin querer enterarse. Sabed que vuestra generosidad colabora a fines concretos que, en cualquier momento, podéis comprobar. Manos Unidas es seriedad, es transparencia y eficacia. Sobre todo, es entrega y derroche de personas al servicio de la gente más necesitada. Ahora, nos vuelve a llamar y a interrogar en medio de una sociedad a la que cada vez le cuesta más compartir y, sin embargo, sabemos porque nos lo recuerda el Evangelio del Amor del Padre, que solo compartiendo seremos capaces de construir un mundo donde no falte ni el pan, ni los derechos fundamentales, ni la salud, ni tampoco el Amor que hace posible el «milagro» de sembrar esperanza en esta tierra.
Francisco Cerro Chaves. Obispo de Coria-Cáceres
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