8 noviembre 2017
Día de la Iglesia Diocesana. Compromiso y participación: Corresponsabilidad

La celebración del Día de la Iglesia Diocesana nos debe ofrecer a todos los diocesanos un momento de reflexión importante sobre nuestras comunidades eclesiales, nuestras parroquias y nuestra Diócesis, así como sobre nuestra pertenencia y participación en las mismas.
En este sentido, el Papa Benedicto nos dijo «La Iglesia es una comunión, una comunión de personas que, por la acción del Espíritu Santo, forman el Pueblo de Dios, que es al mismo tiempo el Cuerpo de Cristo«. La vida en nuestra Iglesia, en nuestra Parroquia, debe ser por tanto común-unión, debe ser formar una gran familia en la que todos somos necesarios y en la que todo encuentra sentido si nos sentimos parte de ella.
Y en este ámbito familiar, en la que todos tenemos mucho que aportar y recibir, encontramos en nuestra Diócesis momentos y lugares que nos llevan a la participación y al compromiso.
En primer lugar, como todos sabéis, estamos en Sínodo. Es un momento de especial significación en la vida de nuestra Iglesia, en el cual están participando más de 400 grupos de toda la Diócesis y desde el cual se plantearán los caminos de futuro por los que nuestra comunidad eclesial va a seguir «caminando» buscando que, como dice nuestro himno sinodal, lo hagamos «todos juntos, en la misma dirección«.
Hay un segundo momento también muy importante en nuestra Diócesis como es el final de las obras de reforma del Seminario Diocesano. Hemos hablado muchas veces de esta aventura magnífica en la que nos embarcamos hace un tiempo y que ya está tocando a su fin, pero siempre es bueno recordar al Seminario como el corazón de nuestra Diócesis y, desde este nuevo curso pastoral, será centro de innumerables momentos de encuentro y reflexión, así como una casa abierta a todas las necesidades diocesanas. Vivamos nuestro Seminario.
Por último, en tercer lugar, busquemos centrar nuestra vida de Iglesia en nuestras Parroquias, haciendo que sean el lugar en el empecemos a dar forma a la gran familia de la que se nos habla en este Día de la Iglesia Diocesana. Animaros a participar en las muchas iniciativas que nos ofrecen nuestras parroquias y siempre, como también se recuerda en el artículo que más adelante encontraremos en esta revista, de una forma corresponsable. Nuestra participación y compromiso en las parroquias no debe ser únicamente puntual, debemos participar como en nuestras propias familias aportando lo que somos, lo que sabemos y también lo que tenemos.
Sintámonos miembros de la gran familia de la Iglesia y descubriremos cómo el amor que Dios nos tiene nos alcanza y da sentido a toda nuestra vida.
Con mi afecto y bendición
Francisco Cerro Chaves, Obispo de Coria-Cáceres
Compromiso y participación: Corresponsabilidad
El Papa Francisco, en su recordado mensaje a Naciones Unidas, dijo: «Hoy, en concreto, la conciencia de la dignidad de cada hermano, cuya vida es sagrada e inviolable desde su concepción hasta el fin natural, debe llevarnos a compartir, con gratuidad total, los bienes que la providencia divina ha puesto en nuestras manos, tanto las riquezas materiales como las de la inteligencia y del espíritu, y a restituir con generosidad y abundancia lo que injustamente podemos haber antes negado a los demás.»
Estas palabras, que están siendo un respaldo a las nuevas ideas de corresponsabilidad en la Iglesia, nos llaman a recibir los dones de Dios con gratitud, apreciarlos y cuidarlos de manera responsable y moderada, compartirlos en justicia y amor con los demás y devolverlos al Señor con creces. Más allá, dan continuidad a la idea de la Lógica del Don que se expresa en la encíclica Cáritas in Veritate y en la que se nos marcan tres pautas muy importantes para nuestra vida cristiana:
- Reconocer la gratuidad de todo lo que somos y tenemos.
- Acogerlo con gratitud como la expresión del infinito amor que Dios tiene por nosotros.
- Entregarlo y entregarnos con generosidad haciendo con nuestros dones lo que el Señor quiere y como el Señor quiere.
El Día de la Iglesia Diocesana nos invita a llevar estas ideas a nuestras comunidades cristianas, a tener una participación activa en las mismas, poniendo a disposición de los demás nuestro tiempo, nuestro talento y también nuestro tesoro. Busquemos que nuestras comunidades eclesiales sean familias y que se viva en ellas la dinámica del compartir que con normalidad se da en el seno de nuestras propias familias.
«La vida se acrecienta dándola y se debilita en el aislamiento y la comodidad.
Madura a la vez que nos damos a los otros»
Evangelii Gaudim,10 -Cf. Documento de Aparecida
Ginés Rubio Lacoba. Administración Diocesana
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