8 noviembre 2018
Día de la Iglesia Diocesana. Somos una gran familia contigo

Queridos diocesanos: La Jornada del Día de la Iglesia Diocesana nos invita de nuevo este año a profundizar en nuestro compromiso cristiano con el lema «Somos una gran familia contigo».
Vivamos esta Jornada de la Iglesia Diocesana con la alegría de pertenecer a una parroquia y a una diócesis que nos facilita lo más importante, ser miembros de la gran familia de los hijos de Dios. Para ello permitidme que os proponga cuatro sencillas acciones:
Primera: conocer nuestra Iglesia. No se ama lo que no se conoce. Acercarnos a la historia de nuestra Parroquia, de nuestro Arciprestazgo, de la Diócesis, cómo funcionan, qué servicios prestan; todo ello nos va a ayudar a sentirnos más integrados en la comunidad eclesial.
Segunda: rezar por nuestra Iglesia. Necesitamos reforzar nuestros lazos como hijos de Dios y miembros de la comunidad de creyentes. Presentar ante Dios todas las tareas y actividades tanto de nuestra parroquia como del arciprestazgo y diócesis es también hacernos corresponsables de las mismas y, cómo no, también beneficiarios.
Tercera: colaborar económicamente. El domingo de la Iglesia Diocesana se nos pedirá nuestra aportación en la colecta especial. Para el mes de mayo próximo se nos volverá a recordar que debemos marcar la X en la declaración de la renta. Las aportaciones regulares, como cuotas mensuales, trimestrales o anuales son una excelente colaboración.
Tenemos que atender en nuestra diócesis a más de 150 parroquias, muchas de las cuales necesitan nuestra ayuda para seguir manteniendo los servicios que prestan. Contamos con nueve Residencias de Mayores con más de 400 acogidos que pertenecen, en su mayoría a un estrato social y económico bajo. Son sólo algunos ejemplos de las necesidades que hemos de atender.
Cuarta: colaboración personal. Necesitamos también de la valiosísima ayuda de los voluntarios. Cuánto tenemos que agradecer a los catequistas, voluntarios de Cáritas, colaboradores en las tareas de limpieza y mantenimiento de nuestras parroquias, partícipes en los grupos de liturgia, coros, cofradías y un larguísimo etc.
Queridos diocesanos, conocer, rezar y colaborar con la iglesia diocesana nos ayuda a ser mejores cristianos y conscientes de que pertenecemos a una comunidad que vive desde la fe, que se siente solidaria con todos, especialmente con los más necesitados y que mira al futuro con optimismo.
Con mi afecto y bendición
Francisco Cerro Chaves, Obispo de Coria-Cáceres
La Iglesia, continuando su campaña de comunicación a la sociedad, nos recuerda en estas fechas la gran aportación que realiza:
- está presente en todos los acontecimientos de nuestra vida
- lleva a cabo tareas de promoción humana, desarrollo de los pueblos y atención a los más necesitados de nuestra sociedad y de todo el mundo
- aporta a la sociedad valores permanentes que nos ayudan a crecer como personas y mejoran la convivencia
- contribuye al desarrollo de la cultura y la formación con sus centros de educación
- pone al servicio de la comunidad un elevado número de personas que, a causa de su fe, entregan su vida gratuitamente a los demás
- ha creado, mantiene y restaura un patrimonio cultural y artístico que configura la imagen de nuestras ciudades
La Iglesia Católica depende únicamente de las aportaciones de los fieles y del 0,7% de la cuota íntegra de los contribuyentes que marquen en su declaración del IRPF la casilla correspondiente. Es el momento de participar más activamente en el día a día de nuestra Iglesia, no sólo apoyando la labor y las actividades de la parroquia, sino también demostrando nuestra corresponsabilidad económica, por ejemplo con suscripciones periódicas a través del portal www.donoamiiglesia.com
El sostenimiento económico de la Iglesia debe ser para todos nosotros el resultado del agradecimiento al Señor por lo que gratuitamente recibimos de él. La palabra «limosna» lleva consigo este significado: la forma de agradecer a Dios los favores recibidos con la propia vida. La Iglesia nos ofrecerá siempre algo que necesitamos todavía más que el dinero: ser tratados con cariño, ser reconocidos como personas en cualquier circunstancia, en la vida y en la muerte; porque la Iglesia nos ofrece el amor de Dios.
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