18 octubre 2012
DÍA DEL DOMUND -21 de octubre- Hay gente con mucha fe… y caridad

¿Existen hoy personas que contagien por el resplandor de su confianza en Dios y amor al prójimo?
Claro que sí, existen personas maravillosas que irradian por su testimonio, destacando, entre ellas, a los misioneros.
HOMBRES DE FE: como Abraham que, cautivados por la palabra de Dios, han dejado su casa y su tierra, para llevar el evangelio a otros lugares.
HOMBRES DE CARIDAD: que no sólo han entregado una limosna, más o menos generosa, están, además, derrochando sus energías, su tiempo y todo su amor al evangelio, asumiendo estilos de vida pobre y padeciendo, frecuentemente, la persecución y la muerte.
En el mes de mayo fallecía el misionero P. Pierre Ceyrac. Tenía 98 años. Había pasado en Camboya y La India más de 60 años al servicio de los pobres. La gente le llamaba el «Fhater -padre de la India» y también el «profeta del siglo XX». Estuvo hasta los últimos días cerca de los niños abandonados, los «intocables», y vivió su fe trabajando y luchando para que los más pequeños tuvieran el derecho a ser personas. Imitando a Jesús en su preferencia por los pobres, siempre se le veía rodeado de un nubarrón de niños sonrientes y de mendigos andrajosos en los que veía la imagen de Dios. Atendió tanto a los leprosos como a los niños y, en los en últimos años, a las víctimas del tsunami. él mismo decía: «Creo profundamente que el amor es más fuerte que la muerte y que los hombres somos unas máquinas de amar la belleza. Cuando nos decidamos a amar, resolveremos los problemas del planeta».
Somos máquinas de amar la belleza, porque procedemos de Dios, que es belleza absoluta. Máquinas con entrañas de misericordia que, alimentadas por la fe, pisan el acelerador del compromiso, para convertirse en constructores de un mundo donde Dios sea el centro de la vida, los pobres no se mueran de hambre y, en todos los rincones del mundo, Jesús sea conocido y amado.
Con motivo del DOMUND, el Papa comenta con especial alegría: «Muchos sacerdotes, religiosos y religiosas de todas partes del mundo, numerosos laicos y hasta familias enteras dejan sus países, sus comunidades locales y se van a otras iglesias para testimoniar y anunciar el Nombre de Cristo, en el cual la humanidad encuentra la salvación. Se trata de una expresión de profunda comunión, de un compartir y de una caridad entre las Iglesias…»
Somos una gran Familia, con una vocación maravillosa: realizar la misión que el Señor nos encomendó, siendo brazos y corazón de Dios entre los hombres. Con nuestro compromiso desde la oración, la cooperación generosa y la entrega personal, manifestamos nuestra gratitud por el regalo de la fe recibida.
Pedro Jesús Mohedano Santibáñez
Director Diocesano de Obras Misionales Pontificias
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