Día del Migrante: “Tiene sentido luchar”

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Esta semana me he reunido con Mou, Carlos y Fran. Sus vidas, sus tres historias, espero que sirvan para que hoy, que se celebra el Día del Migrante, podamos ‘ponernos en sus zapatos’ aunque sea por unos instantes.

El miércoles, Mamen, técnico del programa de inmigrantes de Cáritas me presentó a los tres en la sede de Cáritas Diocesana. Mou, Fran y Carlos vinieron a nuestro país con el sueño de una vida mejor. «Pero el cuento es una cosa y la realidad que se vive en España es muy difícil. Hay pocas oportunidades para nosotros«, me cuenta Carlos, hondureño de 38 años.

«Una de las razones por las que estoy aquí es por mi hermano«, añade Mou. Tiene 32 años, viene de Mali y perdió a sus padres siendo un niño, y a los 13 años comenzó a buscarse la vida, primero en Costa de Marfil y después, tras 7 años en Bamako, emprendió el viaje en pos de un sueño, conseguir las oportunidades de salir adelante, que no tenían en Mali ni él ni su hermano. Mou, acostumbrado a buscarse la vida en la capital, no sabía a lo que tendría que enfrentarse. «En Bamako había gente buena, como en todas partes, que me dejaba dormir en su casa y por la mañana salía a trabajar, a buscarme la vida. Al llegar a Mauritania todo cambió. Perdí mi sueño antes de llegar a Europa«, sentencia. Le engañaron y perdió toda esperanza. Se quedaron con su dinero y con sus pertenencias. «Me prometieron un pasaje en barco, pero acabé en una patera con sólo la ropa que llevaba encima. Se dedican a engañar a la gente y les da igual si vas a vivir o a morir.«Mou tuvo suerte y llegó a las costas de Canarias. «Parece que fue ayer. Eso no se te olvida nunca«.

A su lado, Fran asiente. Es de Camerún y tiene 29 años -la misma edad que tengo yo. Llegó como estudiante hasta la frontera del país, en Marruecos. Entró a España a través de la valla de Melilla una noche de lluvia, tras varios intentos. Antes de venir, aprendió algo de castellano, su idea era la de vivir una vida estable. Es el penúltimo de 7 hermanos y desde 2009 no ve a su familia. «No entienden por qué no voy. Pero la situación no me permite regresar«. Le cuesta contarme el salto a la valla. Decido no insistir.

Carlos pensó que el idioma sería una facilidad para él. Pero se trataba de un arma de doble filo. «La gente me miraba y me decía palabras hirientes que no puedo repetir. ¡Vaya, otro más!, decían, cuando se daban cuenta de que no eres de aquí. Para mí fue muy difícil. Llegué sólo con el billete en la mano. Me preguntaba dónde iba a vivir, qué iba a hacer o si comería«. Me asegura que lloró desolado algunas veces.»Al menos ya desapareció la pesadilla de nuestra llegada. Sigo esperando una oportunidad para mí«. Confía en que sea a través de Cáritas.

«Nuestra vida da para escribir un libro«, dice Fran. Una idea que Mou espera transformar en realidad. En su país de acogida, España, podría cumplir uno de sus sueños, ver su libro publicado. «Ya está terminado. Se llama «Tiene sentido luchar». Dios nos da la fuerza y la seguridad de seguir en esta lucha». Le pido que si lo logra algún día, quiero comprar un ejemplar de la primera edición, pero que esté firmado.

Tras seis años en España, Fran, ha tenido suerte y empieza a sentirse parte de la sociedad. «No me he encontrado a gusto hasta ahora, que he empezado a trabajar gracias a Cáritas«. Fran asistió a un curso de formación de operaciones básicas de cocina de la entidad y ha encontrado un empleo en un establecimiento de la ciudad de Cáceres. «La formación me sirvió para darme cuenta de mis cualidades, tenía ganas de aprender y por fin un camino a seguir».

Mou también contó con el apoyo de Cáritas y Colectivo La Calle. No tener un trabajo es el principal motivo que mina la autoestima de los migrantes. «Si no fuera por esas personas que me han ayudado…«, empieza el maliense, «tengo tanto que agradecer a Cáritas, lo que me ofrece, la formación, la acogida…He llegado a estar a la puerta de la comisaría varias veces para que me expulsasen de España. Me planteaba qué hago aquí, sin documentación y sin empleo«. Actualmente Mou está en nuestro país bajo asilo político. Mali está en guerra desde 2012 y la situación de la zona cada día es más complicada. Lleva tres años solicitando el asilo y debe renovarlo cada 3 o 6 meses. «No entiendo por qué en tres años no han podido darme una solución definitiva», se pregunta. La lentitud de la burocracia, es otro de los problemas a los que se enfrentan los inmigrantes. Le pregunto cómo vivió los recientes atentados en Mali. Su hermano vive allí y le gustaría regresar, pero los terroristas han sembrado el terror. «Están allí los cascos azules, España, Francia… todos los países, pero no sé por qué no se soluciona este problema de una vez».

Carlos está ahora más feliz, en Enero vendrá su mujer a España. Se le ilumina la cara.«Es mi princesa». Ahora está establecido, tiene un lugar para vivir, unas aspiraciones y su situación ha mejorado. Tienen cuatro hijas de 7, 15, 17 y 21 años. «De momento se quedarán con mi suegra. Sigo soñando una oportunidad mejor para ellas. Que puedan vivir en un lugar donde haya seguridad«. Está dispuesto a trabajar en cualquier campo, aunque en Honduras era soldador y chapista. «Trabajo en lo que sale, porque el centro de mi vida es mi familia«.migrantes

Nuestro encuentro dura más de una hora, en varias ocasiones se han referido a Dios. Les pregunto por ello. «Intento en cada cosa que hago dar un sentido religioso, pedir ayuda… Tener fe, es un punto psicológico de ánimo y esperanza», cuenta Fran, el camerunés. Los padres de Mou eran musulmanes, pero tras su muerte ha perdido esa referencia porque la vida le ha llevado a encontrarse con personas incoherentes en su fe. «Si yo digo que voy a hacer una cosa, si practico una religión, lo hago «como Dios manda». Yo creo en la persona, y en lo que hace con los demás. Creo en Dios, eso sí, y al final de la vida nos va a pedir cuentas de lo que hicimos con las personas, si las respetamos, si las ayudamos», sentencia. Para Carlos, cristiano evangélico, su fe en Dios es básica. «Una de las cosas que me han mantenido vivo es mi fe en Dios«.

En esta época donde proliferan los buenos deseos y los sueños de los más pequeños al escribir la carta a los Reyes Magos, les pido que hagan el esfuerzo de pedir un solo deseo. Fran es el primero en tomar la palabra: «Deseo que Dios nos de salud y que la crisis se solucione porque nos afecta especialmente a nosotros«. Carlos comparte la misma idea: «Poder tener paz y salud, para poder avanzar aunque vengan situaciones difíciles». Y Mou, tras pensarlo, dice: «Yo deseo paz y salud. Paz allí y paz aquí«, y culmina: «el 90% de los migrantes, estamos aquí por falta de paz y seguridad, por falta de oportunidades y situaciones sin sentido«.

Lorena Jorna

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