9 enero 2015
EL CLERO DIOCESANO TAMBIÉN CELEBRÓ LA NAVIDAD

Es ya tradicional, por estas fechas, que los sacerdotes diocesanos nos reunamos para celebrar la Navidad, como se hace también en otras diócesis. El día veintiséis de diciembre, en la Casa Diocesana de Espiritualidad Ntra. Sra. de la Montaña, presididos por el Sr. Obispo, nos reuníamos con este fin, acudiendo un buen número de presbíteros, diáconos y seminaristas a esta convivencia navideña.
A lo largo de la mañana, tras el saludo y la alegría del encuentro, se fueron dando una serie de actos dirigidos todos ellos al buen hacer y fraternidad sacerdotal: el rezo de la hora menor abría la jornada con un recuerdo especial a San Esteban mártir, santo del día y a Santa Teresa, en su año jubilar, quinientos aniversario de su nacimiento.
Don Antonio Jurado Málaga, profesor de Economía de la Universidad de Extremadura, y uno de los autores del informe FOESSA –Fomento de Estudios Sociales y Sociología Aplicada de Cáritas, nos exponía la realidad de la pobreza en nuestra región, referido a la exclusión y desarrollo social en sus tres ejes: político, económico y social, siendo la tasa de la pobreza en el 2013, una de las más altas de España, un 30%.
En la Eucaristía, amenizada con los villancicos tradicionales y como momento celebrativo de la Navidad, tuvo lugar un homenaje y recuerdo muy especial de agradecimiento a Don Jesús Cruz Clemente en sus años de dedicación al Seminario como personal no académico, al llegarle los días de su jubilación; siempre entregado al Seminario y muy cercano a los seminaristas y sacerdotes.
Nuestro obispo Don Francisco, en el momento de la homilía, nos habló de cuatro silencios que debemos tener en cuenta: el silencio del mundo; el silencio de San José: hacer y callar, muy importante para el sacerdote; el silencio de María: se nos muestra como modelo en primer plano y desaparecida, siempre, en un segundo plano, y el silencio de Jesús: nace en el silencio de la noche y toda su vida fue un silencio; así aparece en la Eucaristía.
último acto de esta convivencia fue la comida fraterna, donde se le entregó al homenajeado una placa alusiva a sus años de servicio y que tuvo lugar en la misma Casa de Espiritualidad; sirvió para recordar los muchos momentos vividos por unos y otros, años atrás, en nuestros tiempos del Seminario.
El reunirnos cada año, como lo venimos haciendo por estas fechas, hace que nos acerquemos más al misterio que celebramos en estos días y nos sirve para caminar, después, más renovados a nuestras parroquias.
Román Fernández Martín
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