“Estar con Dios, ahora y en la eternidad, nos impide sentirnos solos”

Con motivo de la Pascua del Enfermo que celebramos este VI domingo de Pascua, como delegado de Pastoral de la salud, comparto una breve reflexión personal.

El tema de la Campaña del enfermo que culmina este domingo, con el lema «Déjate cautivar por su rostro desgastado», sitúa en el centro de nuestra preocupación a los ancianos. Ya antes de la pandemia que vivimos se había enfatizado el problema de la soledad, que golpea a nuestras sociedades occidentales. El aislamiento que impuso el Covid agravó y puso al descubierto la especial vulnerabilidad de los ancianos; y el gran descarte que sufren en nuestra sociedad, precisamente cuando más atención necesitan. Especialmente quienes viven sin la protección y acogida de sus familias.

Al celebrar ahora la Pascua de Resurrección quiero poner de manifiesto los efectos negativos que la profunda y muy extendida secularización ejercen sobre algunas de nuestras creencias, reflejadas en el catecismo, pero muy ignoradas en la vida real. Como si el término «salud», de nuestra pastoral, se refiriese exclusivamente al cuerpo y no a la del alma. Esta situación deja sin efecto los grandes recursos que nuestra fe nos proporciona para hacer frente a esa temida soledad, al privarla de la esperanza que Cristo trajo a nuestro mundo.

Necesitamos reactivar esta fe, que tan viva han experimentado todos los santos. Porque quizás es la razón de no dar importancia a los sacramentos. Experimentar la necesidad de la Unción de enfermos, la Eucaristía, el del Perdón… Así como la necesidad orar, como un deseo de estar con Dios ahora y en la eternidad, que nos impide sentirnos solos y nos da la gracia para sobrellevar las dificultades de la vida.

Sé que esta misión no es fácil, pero no podemos negar, desde la Iglesia, que, a través de los sacerdotes y los agentes de pastoral de la salud, pueden ese plus de esperanza y de sentido, en medio del sufrimiento, que difícilmente podrán recibir de otras instancias.

¡FELIZ PASCUA DEL ENFERMO!

Juan Carlos Moro Calvo. Delegado de Pastoral de la Salud. Diócesis Coria-Cáceres