18 mayo 2013
Hermana Prado: «La fe será relevante si se vive con confianza, compasión y reconciliación»

La Hermana Prado, superiora del Convento de la Conversión ha desarrollado su ponencia sobre la relevancia de fe, y ha comenzado por responder a la pregunta: ¿Qué se entiende por relevancia? “En la geografía las montañas, en internet la relevancia es la resolución del motor de búsqueda, y la fe ha de aportar al hombre una respuesta, un sentido, si así es, esa fe tiene relevancia para la vida del hombre. Relevancia procede del término Relegari, alzar, levantar, sobresalir por encima de la media”.
Una vez realizada esta definición se ha centrado en la crisis de relevancia de la fe, “si hay algo relevante en la sociedad es la falta de fe”. Y es que los creyentes dan sus razones y los no creyentes las suyas, “qué duda cabe de que en el mundo de la razonabilidad, las razones tienen su puesto, las dudas pueden suponer un distanciamiento, pero es la duda lo que permite a ambos no cerrarse herméticamente en lo suyo”. Y ya lo decía Benedicto XVI “puede la duda convertirse ella misma en lugar de comunicación, al creyente lo acerca al que duda y al que duda le lleva al creyente”.
La falta de relevancia tiene como fundamento una crisis de relación. “Antes lo que había que justificar era la falta de fe, ahora casi tenemos que justificar que la tengamos” explica la Hermana Prado. Para explicar esta crisis de relación se ha centrado en los siguientes tres conceptos:
Crisis relación entre Dios hombre. “Existe una gran separación, una relación truncada que se vive con gran indolencia e indiferencia, es un ateísmo indoloro, ateísmo práctico, más peligroso que el de hace unos siglos y más propagado”. Por un lado existe la idea de un Dios lejano, relojero del mundo y por otro, no es un Dios en todo, sino en lo que nos conviene, y esto provoca un reduccionismo muy grande. “Tanto no creyentes como creyentes hemos caído en las dos cosas, también nosotros hemos dejado a Dios para una parte de la vida y no para toda”. En la sociedad hay una especie de sensación de enemistad, de adversario, de alguien que no nos deja ser. “El destierro de Dios no ha hecho más humano al hombre sino que le ha deshumanizado. La muerte de Dios trajo consigo la muerte del hombre, el famoso texto de Foucald, el pensador de izquierdas, ‘creíamos haber matado a Dios pero a quien matamos fue al hombre’. Cuando el hombre destierra a Dios, en su lugar pone al superhombre, se tiene a sí mismo como Dios, pone a su yo en lugar del al Tú que tiene que descubrir. La crisis de relación con Dios es crisis de humanidad”.
Crisis del lenguaje. La ponente ha realizado un análisis sobre la pintura de comienzos del siglo XX, “una expresión de esta crisis, donde nos presentan a un hombre sin redención posible, acabado… literatura del absurdo de la inquietud. Esta crisis entre Dios y el hombre ha tenido un lenguaje especial. El lenguaje era sin lenguaje propio, sin palabra. Hoy en día los jóvenes hablan con palabras difusas, inconexas, y esto es grave”.
Nuevos ateísmos. Ha analizado la agresiva violencia de los últimos ateos “en los últimos tiempos destacan los nuevos filósofos del ateísmo moderno, cuando decíamos hace unos siglos que eran del aula, ahora están en la televisión, y son agresivos en el lenguaje y agresivos con la fe”. Ha destacado algunas obras recientes de la literatura en esta línea y que llegan a los universitarios “El espejismo de Dios”, “Dios no es bueno” “romper el hechizo: la religión como fenómeno natural”, “El tratado de la ateología” explicando que están repletos de “razones sin razones y razones falsas”.
Y es que el hombre ha perdido realmente el Tú con mayúscula para el que está hecho, “perder el interlocutor es sentirse perdido en medio de un mundo desconocido. De ahí se sigue la crisis de trascendencia. Quien falta en este mundo es Dios, relevancia de la fe”
La relevancia de la fe como tarea
La Hermana ha manifestado que la fuerza salvadora de la fe es relevante por sí misma y tenemos que dar razones. La fe no limita la vida, la hace plenamente humana. La fe no solamente es importante porque dice del hombre, sino fundamentalmente porque da al hombre una dimensión de trascendencia, no sólo responde a las preguntas del hombre, la fe va más allá es la trascendencia del hombre, le abre unos horizontes mucho más allá.
“Es una tarea, hacer de la fe algo que resalte, una verdadera piedra de toque, que provoque una admiración, una pregunta, una tarea a la que estamos todos convocados, en cualquier momento o situación social. Una tarea que nos conviene a todos, que es nuestra”.
Y después ha analizado cinco elementos de nuestra humanidad que necesitan de nuestra fe: la oquedad de hoy, la soledad, la orfandad, el extravío, la necesidad que tenemos los hombres de confirmación.
Oquedad, “somos un hueco, con sentido, con un fin, una vasija de barro que ha de contener un tesoro, es una disposición que habla de la vida como recipiente como espacio para ser llenado y habitado, si no se colma y permanece vacío la soledad se apodera de él, hasta la pregunta existencial ¿qué sentido tiene mi vida, que hago yo aquí? Como no se llene este hueco, este mundo se queda ancho y ajeno. La oquedad tiene una razón de ser, somos la única caja de resonancia del universo, que puede guardar y custodiar todo lo que acontece para luego ir comprendiendo. Esto es fuente de sufrimiento pero también de sabiduría y verdad. Alguien tiene que habitar este hueco que es el Señor de esta morada. Si no está habitado cómo soportar el vacío. Si hay un vacío como no llegar a llenarlo”.
Soledad, “aquella que se apropia del corazón humano pero que vive agazapada, una soledad, una sospecha que ronda la cabeza, una amenaza. Una soledad sin caminos donde el hombre no tiene a donde ir, porque no sabe a dónde va. La soledad de joven, adolescente y anciano. Soledad que produce desesperanza”.
Orfandad, “el hombre que durante siglos quiere desligarse de todas las tutelas, que en realidad le han precipitado hacia la soledad, sin Padre-Madre, no existe tampoco el hermano y contaminan todas las demás relaciones. Matar al padre y a la madre, significa vivir en una tierra de madre en un lugar inhóspito, donde ha desaparecido todo amor al otro. Pérdida radical del tú en la vida”.
Extravío, “nos extraviamos por error, porque somos muy torpes y creemos que lo sabemos todo y creemos que tenemos todas las cartas. Nos incita el mal. Nos perdemos. El hombre es un ser que se extravía, alguien tiene que colocarle la brújula del corazón”.
Alguien que nos confirme, “alguien que responda que hacemos aquí, a dónde vamos, necesitamos que alguien nos diga, eres importantísimo, no puedes faltar, eres el más querido, eres mi Hijo Amado, necesitamos esa confirmación en la vida y si no la tenemos, nos pasamos la vida preguntando, ¿hay algo que hacer? Y podemos entonces vendernos al mejor postor, a alguien que nos quiera”.
La fe abre una brecha para que entre lo infinito, “el ser humano no es sólo lo que vemos, el hombre puede cambiar, está llamado a una redención a una vida futura que no vemos. Concretando, qué relevancia pone la fe en la vida del hombre, tanto que si falta, cojea.”
El hombre está llamado a lo que es razonable en su vida, basarla en una confianza rastreando las señales, una confiada búsqueda de los signos de la presencia de Dios en esta vida. “Confiar en Dios nos abre a la acogida, al don que me viene, a la seguridad y descansar hasta poder decir, creo en Ti, en un Dios que es razonable, que no hay que probarla como las cosas que probamos en esta tierra, pero que existe, que es verdad, que es razonable”. En el plano existencial la fe, es donde descubrimos el encuentro con Dios para el que estamos hechos.
“Dios no resta, multiplica, agranda, Dios no roba, Dios da, el hombre en el encuentro con Dios lo que hace es ampliar, ser, la fe es una experiencia existencial, el hombre ha sido creado para un encuentro con Dios. Creer en un Dios que es Amor interpreta la existencia en un don de gratuidad. La fe aporta a la humanidad un equilibrio, confiar en el otro con Mayúscula. La fe beneficia la convivencia entre los hombres, porque es creadora de nuevas relaciones humanas, relaciones con Dios, conmigo misma, con los otros, con el cosmos…” y es que para la hermana Prado, deberíamos destacar el papel de la fe como fuerza iluminadora de las relaciones humanas. Y en nuestro trabajo pastoral deberíamos incidir en ello.
Por la fe se crea una comunidad entre los hombres, digna, verdadera, un tejido social en la caridad y en la fe que es beneficio para el hombre. La fe hace de la vida del hombre una vida relevante. Crea un tejido de justicia, paz y reconciliación.
Para cerrar su ponencia ha expuesto tres puntos clave: confianza, compasión y reconciliación.
Primero, la confianza básica en Dios, “si los cristianos diesen razón su esperanza en esta vida, esto nos lleva al ejercicio de gratitud y gratuidad. Vivir en la confianza, en la apertura, primera gran relevancia de la fe en este mundo, donde todo se tiene que pagar, donde no se ama por tanto no se da gratuitamente”.
Segundo, la fe debería formar parte de nuestras relaciones con las personas, “la fe nos lleva al cuidado con la persona, la compasión, que no es la lástima, es ser uno con el otro. Ponerme en el lugar del otro. Encontrarme con el hombre que más sufre. El que sufre no molesta”.
Y por último, nos impulsa a un mundo nuevo en las relaciones, basada en la reconciliación, la paz, el perdón.
“Si estas tres cosas se vivieran así, la fe sería relevante” concluye la hermana Prado.
Y es que, el verdadero relieve de la fe lo impone Jesucristo. “Camino, verdad y vida, le seguimos para escuchar su voz y llegar al Padre, tener experiencia de Dios Amor, Él nos lleva a pronunciar la respuesta ante el amor de Dios, creo y creo en Ti”.
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