HOY ENTREVISTAMOS A… Francisco González, misionero en Mozambique «La crisis no nos puede hacer indiferentes hacia la realidad de otros»

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– Al ser sacerdote de vocación tardía, ¿te ha valido la pena cambiar la abogacía por el sacerdocio?

La vocación es única: buscar a Dios en tu propia vida y compartir y comunicar esa experiencia. Se puede encontrar a Dios como abogado, como misionero laico, como sacerdote. Siendo sacerdote puedo tener una dedicación exclusiva a mi vocación, cosa que no tendría como abogado, o limitada en el tiempo, como ocurre a buena parte de los misioneros laicos, que hacen compromisos por un determinado período de tiempo. La vida del misionero es difícil, es muy exigente, y a la vez llena de satisfacciones y felicidad, al menos en mi caso.

– ¿Cómo estás de salud?

Mi salud va mejorando poco a poco. Sigo teniendo continuos controles médicos. Me han dicho que esté en España al menos hasta el mes de mayo y que ahí veremos hasta qué punto me he recuperado para valorar mi vuelta a la misión. Ni qué decir tiene que si mi recuperación es buena y podemos volver para aportar – desde nuestra pobreza y sencillez- alguna cosa, yo estoy deseando volver.

¿Qué nos pedirías en esta campaña del Domund?

El día del Domund lo identificamos con la aportación económica, que es muy importante, sin recursos económicos no se pueden crear las condiciones necesarias para anunciar a Cristo y trabajar en la promoción de las comunidades para construir un mundo como Dios quiere para todos los seres humanos. Pero también es muy preocupante el descenso en el número de misioneros ad gentes o en la elevada edad de los misioneros españoles: el 54% de ellos tienen más de 70 años. Creo que el día que a penas tengamos misioneros en los países más empobrecidos, habremos perdido una parte importante de nuestra credibilidad como Iglesia.

último mensaje para el Día del Domund

Por todos los lados se nos habla de la crisis que estamos sufriendo en nuestro entorno, y desde luego no podemos vivir de espaldas a estar realidad. Pero esta situación de crisis no nos puede hacer indiferentes hacia la realidad de otros, que no están en crisis, porque la crisis siempre ha sido lo cotidiano en sus sociedades. Es cierto que nosotros ahora no estamos bien, pero hay otros que están peor, mucho peor. Compartir cuando se está necesitado tiene un valor especial, y de alguna manera es salir de nuestra gestión a veces mezquina de los recursos para ponerlos en manos de Dios a quien no le es indiferente ni un vaso de agua ofrecido en su nombre. Al fin y al cabo, estamos iniciando el Año de la Fe.

Miguel Fresneda

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