Inaugurado curso en el Seminario con una llamada a la santidad la humildad y la esperanza

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El Seminario y los diversos centros académicos diocesanos de Coria-Cáceres inauguraron el curso académico 2018/2019 el pasado viernes 28 de septiembre con la celebración de la Misa del Espíritu Santo en la Capilla Mayor del Seminario, presidida por el señor obispo d. Francisco Cerro, quien estuvo acompañado por el arzobispo de Coro -Venezuela, d. Mariano José Parra.

Además, contó con la presencia de los responsables y profesores del Seminario, del Instituto Teológico San Pedro de Alcántara, el Instituto Superior de Ciencias Religiosas Santa María de Guadalupe, del Colegio Diocesano José Luis Cotallo, y de las distintas escuelas de formación -cofrade, teología para laicos, etc.

Durante la celebración, tanto sus directores como los docentes profesaron públicamente la Fe católica y manifestaron su adhesión a la verdad, creída, enseñada y transmitida por la Iglesia.

Acompañado en la Eucaristía por más de una veintena de sacerdotes, entre ellos, el vicario general, d. Diego Zambrano, y el rector del Seminario, d. Miguel ángel Morán, el obispo diocesano de Coria-Cáceres abordó hacia dónde nos conduce el Espíritu Santo, tanto a sacerdotes, seminaristas y alumnos de los centros, como asociaciones y a todas las realidades de la Diócesis, en una época post-sinodal.

Así, respondió a esta pregunta con tres conceptos: a la santidad, a ser humildes y a la esperanza.

«El Espíritu Santo nos conduce a que en nuestra Diócesis de Coria-Cáceres haya muchos hombres y mujeres que sean santos, que se fían de Dios y que expresen los sentimientos del Corazón de Cristo», expresó d. Francisco Cerro.

A su juicio, la formación de los centros académicos diocesanos debe ir orientada hacia que sus participantes sean «santos e irreprochables ante él por el amor», hombres y mujeres que «vivan la alegría de ser coherentes con el Evangelio».

Recordó que la exhortación del papa Francisco «Gaudete et Exsultate» pone como programa las «bienaventuranzas», por lo que no existe una santidad «monocolor» sino que tiene «muchos matices», a unos les da por ser pobres, otros misericordiosos y otros limpios de corazón, pues son como el «arcoíris».

Respecto al segundo punto, el prelado de Coria-Cáceres afirmó que la «Iglesia si no es humilde no tiene nada que ofrecer» e interpeló a no ser «autorreferenciales» y no considerar «saber más que nadie», pues el único tesoro que tenemos es Jesucristo.

«La Teología solo se puede hacer de rodillas, desde la vida, desde los pobres, pero de verdad», aseveró d. Francisco, a la vez que dijo que no se puede separar esta de la práctica, el dogma de la espiritualidad.

Además, el Espíritu nos conducirá este curso a la esperanza para «llegar a todos» e instó a las delegaciones episcopales y a todos los que trabajan por hacer presente el Reino a transmitir esperanza.

Para don Francisco, los que están «de vuelta de todo», cristianos «cansados» y «desanimados», «siempre ha habido, pero no tienen nada que decir»; y dijo que «solo podemos hacer caso a los que nos dicen, guiados por el Espíritu, dónde está la esperanza».

«Profeta no es el que se queda mirando donde está el sol, sino el que nos dice por dónde va a salir el sol», recordó sobre la espiritualidad oriental.

Tres aspectos, finalizó, que necesitamos en estos centros académicos y en general en nuestra Diócesis para transmitir el «gozo y la alegría» del Evangelio.

Vicente M. Roso

Momento de la Misa del Espíritu Santo en la Capilla Mayor del Seminario

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