Invitados a la alegría: Decimocuarto Sínodo Diocesano

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El día de la Misa Crismal, comenzaba el Sr. Obispo invitando a la alegría a todos los asistentes a la Eucaristía, porque para él, era un motivo de regocijo el estar con todos sus fieles: sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos, dándole, a la vez, gracias a Dios por todo ello. La convivencia, la unión, no sólo debe ser un momento para estar alegres, sino que, además, debe servirnos de bálsamo, que aplicamos en nuestras heridas: este es el óleo de la alegría. Resaltamos tres momentos de esta efemérides:

1º Bendición de los oleos: Aplicando las palabras que nos decía don Francisco en la homilía, y de acuerdo con la consagración de los santos óleos, debemos ser óleo de alegría en el perdón: La persona que no perdona, lleva un cadáver en su corazón; ésta se siente afectada y lleva un peso, que no lo quita de encima hasta que no se pone a bien con el otro. El sacerdote debe ser óleo de alegría: Puede dar la alegría a los heridos. Existe la alegría en la fraternidad: Con los laicos, no podemos olvidar la gran labor que muchos realizan en las parroquias, produciendo satisfacción, o la misión de los religiosos y religiosas, que se entregan totalmente hasta producir en las parroquias una verdadera armonía.

2º Renovación de las promesas sacerdotales: El recordar nuestros compromisos y reafirmarnos en ellos, es motivo para sentirnos gozosos y encarar, de nuevo, nuestra vida con más fuerza y más satisfacción, y mucho más si es delante de las personas con quien estamos siempre conviviendo.

3º Anuncio del Sínodo Diocesano: El Secretario Canciller, don Diego Zambrano, anunciaba lo que va a ser el XIV Sínodo en nuestra Diócesis. En el decreto que promulgaba, después de anunciar que el último, Asamblea del Pueblo de Dios, culminó, con D. Jesús Domínguez Gómez en el año 1986, explicaba que éste ha de ser una respuesta de todos los fieles diocesanos para ayudar al Sr. Obispo, analizando todos juntos la situación de nuestros pueblos, teniendo siempre presentes los últimos documentos de la Iglesia, que nos orientan. Todos tenemos que estar representados en este gran acontecimiento. Si hemos hablado de gozo por ser bálsamo curativo ó por renovar nuestros compromisos, ante este evento, que hoy, diecisiete de Abril, se nos ha anunciado, en estos momentos, no debe faltar la alegría y mantenerla durante toda esta etapa, que hoy comenzamos. ¡Necesitamos mucha fe, mucha esperanza y mucha alegría para seguir adelante en nuestro camino emprendido! Como decía el documento, que la Virgen Santísima, San Pedro de Alcántara, intercedan por nosotros en este Sínodo. Termina el documento invitándonos a rezar por él.

Román Fernández Martín

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