La convivencia vocacional del Seminario consiguió embarcar a nuevos marineros para el curso

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La convivencia vocacional del Seminario en Masides ha sido fructífera, a pesar del limitado número de niños que han asistido. Junto a los tres seminaristas menores internos que quedaban del curso anterior y los dos de seminario en familia, que dan el paso a ser internos, participaron dos monaguillos, de los cuales, compartiendo experiencias y juegos con los seminaristas, uno ha pedido entrar este curso en el Seminario.

La convivencia se desarrolló en la residencia de ancianos que la Fundación Masides tiene en Aldeanueva del Camino, entre los días 14 y 17 de julio. La invitación que se hacía desde el seminario era a vivir unos días con los seminaristas menores descubriendo el camino de la santidad «navegando hacia el este«, con el trasfondo de la tercera película de la saga Narnia: «El Viajero del Alba«.

El «Este« indicaba el país del león Aslam -Jesús, pero también el objetivo de todo cristiano: alcanzar la santidad. Para ello era necesario vencer las tentaciones y practicar las virtudes, representadas en siete espadas que debían conseguir tras una serie de pruebas y dinámicas, que ayudaban a vivir las distintas catequesis.

El primer día, Domingo, fue también el día de la familia. Por ello se quiso hacer ver que la familia es la base para comenzar a forjar la vida de todo cristiano, aprendiendo a vivir en ella las virtudes cristianas -sin ellas es difícil que surja la vocación. Se preparó, pues, una divertida prueba que consistía, al estilo del programa de televisión «Forjado a fuego«, en realizar en familia una espada de estilo propio y con los materiales que se le daban. Coincidía que eran siete niños los participantes, por lo que el resultado serían las siete espadas que se emplearían en la convivencia. No se sabe quién disfrutó más, si los niños o los padres.

Aprovechando la cercanía de Casar de Palomero, el día dedicado a vencer las tentaciones y el pecado se convirtió en una peregrinación para ganar el Jubileo de la Cruz Bendita. Los seminaristas fueron acogidos con enorme cariño por el párroco, la Hermandad y su presidente, que fue explicando en las distintas estaciones preparadas el sentido de la peregrinación a la Cruz: la ermita del Gamo, donde fue apedreada, la ermita del Cordero, con una magnífica exposición de cruces, cedida por el Vicario Territorial de la Zona Norte, Julián Carlos, de su colección particular, y la misma y magnífica ermita de la Cruz Bendita, donde se celebró la Eucaristía, habiendo participado antes en el sacramento de la penitencia en la ermita del Cordero.

Baños en las piscinas naturales, juegos para calarse, cansarse y reírse mucho, completaron una convivencia vocacional que dejó un buen sabor de boca en los participantes y un deseo de compartir un nuevo curso en el seminario con un seminarista más, fruto de la misma convivencia. Entre los juegos que más gustaron estuvo, como siempre, la tradicional «patata caliente« y el hundir la flota, que consistía en que cada equipo construía su barco con su bandera y en una batalla tenían que quitarse la bandera unos a otros, para después reconstruir los maltrechos barcos y colocarles globos a modo de flotadores que tendrían que hundir de nuevo, esta vez con «torpedos« -un dardo, disparado tan sólo al acierto de una pregunta sobre la Iglesia, el verdadero «Velero del Alba« al que todos nos debemos subir.

Jesús Luis Viñas

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