17 enero 2022
«La fe genera un estado de salud más óptimo»

El tema del Círculo del Silencio que organiza cada mes Cáritas Diocesana, se refiere en enero de 2022 a la salud mental. Con este motivo, hemos querido entrevistar a la psicóloga Laura Guerra Mendoza, quien colabora con el Programa de Personas sin Hogar de la entidad.
1. El término salud mental es un muy amplio, con la pandemia del COVID ha vuelto a la actualidad, pues de una u otra forma está afectando a un espectro más amplio de población que o bien tenía enfermedades latentes o no detectadas o bien porque estamos viendo trastornos acentuados, miedo, ansiedad o incluso depresión. ¿Se ha conseguido levantar el estigma sobre lo que entendemos por enfermedades mentales? ¿Qué queda por hacer?
Ojala, pero no, aún nos queda mucho por hacer. Es cierto que actualmente la salud mental está teniendo mayor visibilidad, derivado de la pandemia y precisamente es ahora cuando tenemos que aprovechar esta oportunidad, para darle el sitio que merece, porque siempre ha sido la eterna olvidada.
Tenemos que seguir hablando de ello y normalizar que acudir a una consulta con un profesional de la salud mental, tenga la misma prioridad e importancia como en cualquier otra patología a nivel físico. Eso nos permitirá combatir con el estigma y que la persona acuda a recibir ayuda mucho antes, facilitando así el proceso de intervención, antes de que el cuadro o trastorno ya esté enquistado.
Para ello, necesitamos un respaldo y revisar los planes de salud mental, incorporando nuevas estrategias específicas para el Covid, para así dotar al sistema de una capacidad que solucione y dé salida a este incremento de la demanda e incorporando un mayor número de profesionales especialistas en este sector, que si ya veníamos arrastrando una escasez de recursos, ahora que la demanda es mucho mayor, queda más que justificada la necesidad y la urgencia de dar respuesta.
2. Atiende a los usuarios del Centro Vida de Cáritas Diocesana ¿Cuáles son las situaciones relacionadas con la salud mental que más se repiten?
He de decir primero, que las personas sin hogar llevan a sus espaldas trayectorias tremendamente duras y difíciles. No llegan a esta situación de la noche a la mañana si no, fruto de las vivencias y el encadenamiento de lo que nosotros llamamos, Eventos Vitales Estresantes -desarraigo familiar y social, pobreza, malos tratos, abandono, pérdida de empleo, problemas económicos, con la justicia etc.. Todo ello teniendo un impacto en la salud mental de las personas que, tristemente, se encuentran en esta situación.
Los problemas de salud mental que más afectan a estas personas y que vemos día a día, hacen referencia a Trastorno por consumo de alcohol y otras sustancias psicoactivas, Trastornos del estado de ánimo y ansiedad, Trastornos de personalidad y Trastrornos delirantes.
3. ¿Cuál es el papel de la sociedad cuando hablamos de salud mental? ¿Tenemos una responsabilidad con la prevención o incluso con la divulgación?
Tenemos que conseguir que la salud mental sea una preocupación de todos y no solo de las personas que la padecen, porque todos estamos en el camino y nadie está libre de que le toque.
Hay que aportar conocimiento, hablar con naturalidad de ello, romper con los falsos mitos, ir cambiando de forma individual conceptos como normalidad y anormalidad, y sobre todo ser más empáticos y generosos.
Tenemos ambas responsabilidades, la prevención nos permitirá que se intervenga cuanto antes y así el pronóstico será mejor; al igual que vemos a un amigo o un familiar con algún dolor o molestia física y le recomendamos que acuda a su médico, nuestro deber como personas, será el mismo cuando veamos alguien de nuestro entorno con algún signo o señal como tristeza, angustia, irritabilidad aislamiento etc. que nos pueda indicar que algo no va bien y que pueda estar desarrollando alguna patología mental. De eso tenemos que concienciarnos todos e integrarlo para poder dar la voz de alarma.
4. El término resiliencia se ha puesto de moda, vivimos un momento crítico, ¿sabremos reinventarnos?
Claro que sí, el ser humano tiene una capacidad de superación tremenda, Dejará huella y nos marcará, hay que ser realistas, pero no impedirá que nos reinventemos, saliendo fortalecidos de ello.
5. Se habla cada vez más de la salud mental de jóvenes y niños, pero también de los refugiados, de los migrantes, entre los que hay también población menor… Según las estimaciones globales de la Organización Mundial de la Salud, una de cada cinco personas -22,1% de la población adulta de las zonas afectadas por el conflicto tiene problemas de salud mental. ¿En qué habría que incidir para mejorar esta situación?
Es importante señalar que, el proceso migratorio representa una potente fuente de estrés en las personas que lo sufren.
La intervención debe centrarse en la prevención sanitaria y psicosocial, pero es imprescindible tener en cuenta las características culturales propias, de cada persona.
En concreto, el tratamiento tiene que incidir en dar una respuesta inmediata al duelo migratorio y acompañar en la adaptación a la nueva cultura y entorno.
6. ¿Qué consejo aportaría para permanecer mentalmente saludable? ¿La fe aporta algo en estos procesos?
Podría extenderme en este punto, pero daré una recomendaciones básicas, que aunque quizás no nos libren de pasar en algún momento de nuestra vida por un bajón emocional, si nos ayudarán a mantenernos más fuertes, mental y emocionalmente hablando:
– Lleva un orden, una estructura en tu día a día, es muy importante tener unos hábitos establecidos, horarios y una buena rutina.
– Come bien, de forma sana y variada, aunque de vez en cuando le des algún capricho al paladar, que eso también es necesario.
– Descansa, lo importante no es la cantidad, si no la calidad.
– Aprende a tener un pensamiento realista adaptado a la situación, no dejes que los pensamientos negativos, se apoderen de ti por completo.
– Practica algún deporte o ejercicio físico
– Realiza actividades placenteras, que te hagan sentir bien, que sientas gratificación. Si no tienes hobbies, comienza a explorar.
– Socializa, participa en actividades colectivas, reuniones con amigos.
– Aprende a regular tus emociones -ansiedad, estrés, tristeza…
– Practica técnicas de relajación y desconexión
– Tomate un descanso cuando lo necesites, despejándote del ritmo diario y liberándote de tantas obligaciones.
– Y lo más importante, si sientes que algo no va bien, pide ayuda, es la actitud más inteligente.
En cuanto a la fe, la respuesta es rotunda, sí aporta mucho. Lo han demostrado los estudios y lo veo cada día en mi consulta, como en las personas creyentes, la fe contribuye a que mantengan un mejor estilo de afrontamiento, ante distintos procesos de enfermedad, tanto físicos, como psicológicos. En conclusión, la fe sirve de motor, de esperanza, y como canalizador; cultiva a la persona a nivel espiritual, generando un estado de salud general más óptimo.
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