7 mayo 2012
La Virgen de Fátima en el 60 aniversario del Cottolengo del Padre Alegre

Fragosa, 20 de abril de 2012
¡Alabado sea Jesucristo!
El día 17 de este mes ha sido realmente un día de gracia en esta casa.
Nuestro párroco, D. Raúl, había programado una misión mariana en los pueblos de esta zona. La llevan a cabo los Heraldos del Evangelio mediante la Virgen peregrina de Fátima. Estaría en la zona del 15 al 22 de Abril y a nuestra casa vendría el martes 17.
Nosotros habíamos pensado tener el sábado 28 una Eucaristía de acción de gracias por el 60º aniversario de este Cottolengo. Nuestro deseo era vivirlo dentro de la sencillez, sin darle mayor realce, aunque no dejara de ser para nosotros un año de acción de gracias por la Misericordia y la Providencia de Dios a lo largo de estos años. Así hemos procurado orientarlo. Lo comunicamos el día del retiro del Arciprestazgo a los sacerdotes y Hermanas de la zona, dejando claro que lo queríamos hacer sin darle mayor sonoridad. Estaba el Sr. Obispo y dijo que él quería estar.
Al cabo de unos días llamé al Obispado para concretar el día con el secretario del Sr. Obispo. Me dijo que el día 28 no era posible, que el único día que él tenía libre era el martes 17. ¡Providencia!
Desde el comienzo del día se vivió con mucha alegría tanto acontecimiento. A las 10,30 estaba programado que la Virgen de Fátima llegara a la plaza de Martilandrán y, desde allí, viniera en procesión hasta el Cottolengo. Sobre las 10 comenzaron a llegar personas del pueblo, estaban todos los trabajadores y varios sacerdotes -D. Julián Carlos que trajo a dos sacerdotes: D. Daniel y D. ángel -dos sacerdotes que estuvieron aquí a los comienzos; D. Benjamín, D. ángel Luis, D. Raúl, P. Mariano y P. Fernando – todos los del arciprestazgo. Realmente la capilla daba gozo verla.
Pensamos hacer como cuando vino la cruz de la JMJ que pasaron, al final de la Eucaristía, todos los enfermos a besar la cruz. Pasaron todos, uno por uno, todos los enfermos de la casa a besar a María. Era precioso. Presidió la celebración D. Francisco y, como siempre, estuvo muy cercano. En la homilía resaltó lo siguiente:
- La Virgen de Fátima es la Virgen de los tiempos difíciles. Que Ella nos ayude a vivir con esa esperanza e ilusión.
- ¿Cuáles son las tres claves en la vida de las Hermanas del Cottolengo»
- Cuál es el Cristo que vive en las Hermanas
- El Cristo que viven es el Cristo pascual, resucitado, pero crucificado y pobre. Cuando estamos llenos del Sagrario nuestra «despensa» está llena. Cuando me abandono en el Señor, él cuida de mí. Cristo está presente en el que sufre.
- Cuál es el Cristo que vive en las Hermanas
- Cuál es su experiencia eclesial
- Las Hermanas viven para la humanidad y para la Iglesia
- Qué caracteriza esta vocación
- La confianza en la Divina Providencia, confiar que Dios cuida de nosotros. Cuanto más me confío en el Señor, más puedo decir que no me falta nada en la vida.
- Que la Virgen de Fátima nos ayude a vivir en esta clave tan hermosa de entregar la vida por amor.
Nos obsequió con un icono del Bautismo del Señor, recuerdo del año jubilar de la Diócesis, un cáliz de Tierra Santa y unos rosarios.
Después de la Eucaristía fue un tiempo de estar juntos; la gente se hacía fotografías con la Virgen, hablaba. El Sr. Obispo tuvo que comer pronto pues tenía un entierro en Cáceres. Los demás nos dispusimos para la comida de hermandad.
El ambiente en la comida fue precioso. A la Virgen de Fátima se la puso en un lugar de honor para presidir también este momento familiar. Se quedaron todos los trabajadores a comer; estaban también todos los sacerdotes, los Heraldos del Evangelio, las Hnas. de Vegas, de Horcajo, dos consagradas de Cor Iesu, algunos familiares de enfermos. Nada más terminar la comida pusimos un pequeño montaje de Power Point con las fotografías antiguas y algunas de las recientes; se disfrutó mucho. Y, con ello, ya se hizo la hora de recoger para preparar para la cena. El día se fue sin darnos cuenta.
La Virgen de Fátima se fue a las casas de Fragosa y Martilandrán y por la noche volvió para descansar en nuestra capilla. Al día siguiente, después de la Eucaristía la despedimos pues se iba a recorrer el resto de alquerías.
A todos nos ha quedado un sabor muy bonito de lo vivido en este día. Todo pareció programado y llevado de la mano de María que quiso estar presente en la celebración y presidirla.
Deo gratias! Que María nos siga llevando de la mano a su Hijo y nos ayude a todos a dar testimonio de nuestra fe para que todos sientan en su corazón el deseo de vivir cerca de Jesús.
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