12 septiembre 2013
Membrío ve coronada su Fe

El quince de agosto, justo un año después de que se hiciera la petición solemne para la Coronación Canónica de Nuestra Señora de Gracia, Patrona de Membrío, ya había fieles a temprana hora de la mañana haciendo cola ante la Parroquia para poder asistir al acontecimiento histórico más importante de toda la historia de la Villa. Antes de ello se había celebrado el Solemne Novenario en honor de la Santísima Virgen, con lleno completo todos los días, para escuchar a los nueve sacerdotes que predicaron para tal ocasión. Cada día del Novenario, Nuestra Madre de Gracia estrenó un terno donado para la ocasión por distintas personas y familias de Membrío, otra prueba más de la acendradísima y secular devoción que se prueba por esta hermosísima advocación.
A las doce del mediodía salía del Salón Parroquial la Procesión Pontifical, abierta por la Cruz Parroquial y ciriales, en la que se integraban los seminaristas mayores, que actuaron de acólitos, el ceremoniero, una veintena de religiosos del Lumen Dei que entonaban cantos marianos, los seis padrinos y madrinas de la Coronación que portaban y escoltaban la corona, dos diáconos y una decena de sacerdotes que precedían al Señor Obispo, asistido por el Vicario General y el Párroco. El cortejo recorrió las principales calles del pueblo y entró en la Iglesia por la portada oeste, donde la coral entonaba solemnemente el cántico de ingreso. El templo lucía como nunca, con reposteros, colgaduras, baldaquino rematado por una corona de la autoría de Miguel Sansón, pebeteros que sostenían grandes centros con flores, las cuales también cuajaban el Altar Mayor donde, majestuosa, estaba la Santísima Virgen de Gracia, sobre sus andas sobreelevadas, con los brazos abiertos esperando a sus hijos para colmarlos de amor, luciendo el manto confeccionado en Sevilla donado por el pueblo hace tres años y luciendo sus mejores joyas.
El templo se quedaba pequeño para tanto devoto, muchos de ellos venidos desde lejos para la ocasión, y la Parroquia dispuso una pantalla gigante en la Plaza para que ninguno se quedara sin ser testigo de tan glorioso día. Autoridades religiosas, civiles y militares estaban presentes, encabezadas por el Delegado del Gobierno en Extremadura, el Vicepresidente de la Diputación Provincial en funciones de Presidente, la Duquesa del Arco, Grande de España; el General de la Guardia Civil de Extremadura acompañado de los dos Tenientes Coroneles Comandantes en Jefe de Cáceres y Badajoz, la Corporación Municipal de Membrío al pleno y Alcaldes y Concejales de Valencia de Alcántara, Carbajo y Salorino entre otros. Junto a ellos, numerosas Hermandades y Cofradías de nuestra Diócesis y de nuestra Provincia Eclesiástica, la Comisión pro Coronación Canónica y Obra Pía, el Consejo Parroquial, las Cofradías de Membrío y, sobre todo, el pueblo fiel y llano que deseaba con anhelo ver la corona ceñida sobre las divinas sienes de su Celestial Patrona.
La liturgia fue solemnísima y, en su homilía Don Francisco, con el carácter paternal y cercano que lo caracteriza, ensalzó la figura de María Santísima, expuso los motivos que lo habían movido a firmar el 22 de enero el Decreto de Coronación, tales como la antigua y probada devoción que transcendía los límites de Membrío y el hermoso Título Canónico concedido: Madre de Gracia y Misericordia. Dirigió a los fieles que estaban fuera del Templo palabras de ánimo por su acto de Fe y amor a Nuestra Madre de resistir bajo el sol de justicia la Ceremonia.
Terminada la homilía se procedió al Solemne Rito de la Coronación -introducido por la Exhortación compuesta por el Señor Obispo- según el Ceremonial Romano. Las cuatro madrinas portaron las andas con la corona cincelada en Córdoba y adornada de perlas y gemas y realizada con las aportaciones voluntarias de los membrilleros y las donaciones de joyas de gran valor sentimental y familiar. Los dos padrinos ofrecieron a Don Francisco la diadema, quien subió la gradinata, acompañado del Párroco, para ceñirla solemnemente en la cabeza bendita de nuestra Patrona que en ese momento se convertía en María Santísima de Gracia Coronada, Madre de Gracia y Misericordia. Un aplauso inacabable sacudió el templo y el exterior. Por fin se veía cumplido el sueño, por fin la locura era realidad: VER CORONADA LA FE DE UN PUEBLO.
La Santa Misa Pontifical continuó y, al llegar el momento de distribuir la Sagrada Comunión los diáconos y el Párroco salieron al exterior para llegar a todos los fieles, a los que se sumó más tarde el Señor Obispo. En la Postcomunión el Párroco pronunció unas hermosas palabras de agradecimiento, tras las que la Real Asociación de Caballeros de Guadalupe entregó a la Virgen Santísima de Gracia Coronada la Medalla de Oro de tan noble Corporación. Al término de la Santa Misa las Autoridades, encabezadas por el Señor Obispo, firmaron en el Libro de Honor, tras ellos padrinos, madrinas y cuantos fieles quisieron hacerlo. Los aplausos y los vítores, así como los Himnos de la Coronación y el Tradicional se sucedían sin romper, en ningún momento, el respeto a la sacralidad del recinto.
A las ocho de la tarde María Santísima de Gracia Coronada salía en Solemne Procesión como Reina de sus fieles, por un recorrido nunca antes realizado y que pasará a la historia como el Recorrido de la Coronación. La banda no cesaba de tocar marchas procesionales mientras Ella se mecía con majestad arropada por un manto humano de tres mil personas, según las Fuerzas del Orden Público que estuvieron todo el día velando por la seguridad en el pueblo. La apoteosis llegó al enfilar la Calle que llega su Nombre con fuegos de artificio y lluvia de pétalos y al entrar en el Palacio donde los coros y danzas le dedicaron aires de la tierra.
El dieciséis fue el día de Acción de Gracias, con la Procesión a mediodía por su recorrido tradicional, seguida de la Santa Misa. Nuevamente el templo y las calles se vieron abarrotados. En un año, en unos meses, un pueblo de ochocientos habitantes ha visto coronar a su Patrona, ha conseguido que la Fe de generaciones se haya visto materializada en una corona. Pero la verdadera corona de María Santísima, que ya está coronada por la Trinidad Beatísima en los Cielos, son los pobres, es esa Obra Social que, dirigida a los mayores de Membrío, se ha puesto en marcha, ha sido también el trabajo que ha generado en el pueblo y fuera de él en estos tiempos de crisis, ha sido, sobre y ante todo, el Evangelio de Su Divino Hijo, que es un Reino de Paz, Amor y Justicia, que se ha visto reflejado en este pequeño pueblo y que, esperemos, germine y dé frutos en los tiempos venideros. La Fe todo lo puede y lo inalcanzable, con la ayuda de Dios, se convierte en asequible.
Miguel ángel álvarez
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