Mirando a la plaza llena de jóvenes pensé: “esta es mi familia sí Señor”

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Hoy, 20 de Abril, María y yo nos dirigíamos desde Zarza de Granadilla, hasta Coria. Pero nuestra peregrinación comenzó en Madrid unos días antes, de dónde venimos las dos.

Ambas somos jóvenes de 33 años comprometidas con nuestra Iglesia, participando en un movimiento católico llamado Cursillos de Cristiandad y asistiendo también en nuestras parroquias a diversas actividades de formación y oración. En definitiva, ¡sabemos dónde está lo bueno! Sabemos que nos jugamos la Vida y nos gusta apostar fuerte por Cristo e ir contra corriente si es necesario! ¿Quién dijo miedo»

Camino a tierras extremeñas, las dos comentábamos las dificultades que habíamos encontrado durante la semana, que casi provocan la cancelación del viaje. De ahí que empezara diciéndoos que nuestra peregrinación había comenzado día antes, superando los contratiempos en nuestros trabajos y vidas personales, pero El Señor nos quería en Coria y así os lo queremos hacer saber.

Bueno María, ¿Cómo viviste la llegada a Coria»

– Estaba muy ilusionada, necesitaba esta peregrinación y «algo» tiraba de mí para venir. A la entrada a la ciudad nos alegró descubrir un grupo de peregrinos a nuestro paso. «¡Qué bien!» Pensé «¡No somos las únicas!». Y ni mucho menos, se trataba de algo grande, ¡eran unos 400 jóvenes! Y sin dudarlo nos pusimos a caminar con ellos hasta llegar a la Catedral. Descubrimos pronto que se trataba del Encuentro Diocesano de Jóvenes de la Diócesis de Coria-Cáceres. Estábamos emocionadas «¡Justo el mismo día y en el mismo momento que nosotras!» Guiadas por la mano de Dios, nos hizo coincidir con nuestra Iglesia.

Maiqui no hacía más que sonreír y decía «¡están cantando las mismas canciones que en nuestro grupo!»

– ¡Si pero deja que lo cuente yo!, acabábamos de llegar a Coria y la experiencia estaba superando mis expectativas a cada paso que dábamos. Veníamos con la intención de ganar la indulgencia y sin embargo el Señor nos regaló esta experiencia de comunidad, ¡con obispo incluido!

Cuando llegamos a La Puerta del Perdón de la catedral, nos quedamos esperando sentadas observando cómo seguían llegando una gran cantidad de jóvenes. Teníamos ilusión de compartir la misa con ellos y estábamos expectantes por descubrir cómo se desarrollarían los acontecimientos.

Ante la idea de estar ante La Puerta del Perdón, y aun sabiendo que podría confesarme en mi parroquia, sentí la necesidad de hacerlo en ese momento. Y cómo El Señor no se cansa de tener detalles de cariño, me topé con un sacerdote ¡que resultó ser de Cursillos! Mirando a la plaza llena de jóvenes pensé: «esta es mi familia, si Señor».

María, puerta del perdón¿Y tú María»

– Me senté en círculo al pie de la Puerta del Perdón, mezclada con todos los jóvenes peregrinos, el Obispo, Don Francisco, se dirigió a nosotros de forma muy cercana y afectuosa. Nos dijo, «Podría perderme muchas cosas en esta vida, pero lo que nunca quiero perderme es a Jesucristo.» «Para mí Jesucristo no es un aguafiestas sino la fiesta de la vida». «Vamos a dejar atrás el hombre viejo y vamos a entrar con un corazón nuevo».

Don Francisco nos recordaba que esto no era el final del camino, sino el principio de uno nuevo, y con esa conciencia nos dispusimos a entrar en la catedral. La Puerta del Perdón se convertía para todos en la «La puerta de la fe» -cf. Hch 14, 27, según la Carta Apostólica «Porta fidei» en donde el Papa Benedicto XVI convoca al año de la fe que Comenzará el 11 de octubre de 2012. Atravesar La Puerta del Perdón supone emprender un camino que dura toda la vida. En palabras de Don Francisco: «No se trata de un punto de llegada sino un punto de partida.»

– María, a mí me encantó también cuando dijo: «Aquí no sobra nadie, porque la pastoral la hacemos entre todos». «Todos nosotros somos iglesia».

Nos contó también que durante el camino estuvo hablando con jóvenes sobre el rechazo a la Iglesia. Ese tan escuchado, «creo en Dios pero no en la Iglesia». Nos recordó que a pesar de los fallos que hayamos cometido, ella es nuestra Madre y allí recibimos al Señor. Es el punto de encuentro de la gracia y el perdón. Don Francisco hizo además mucho hincapié en que todos formamos la Iglesia, como decimos en cursillos, ¡IGLESIA SOY YO!

Personalmente, he constatado que creer en Dios, en Cristo, en la Iglesia, está íntimamente unido. Es una responsabilidad nuestra no escandalizar y acoger a quien quiera acercarse. ¡Que va a decir el mundo! Siempre ha habido detractores, pero en nuestra mano está no creernos todo lo que se dice y atreverse a VIVIRLO.

En la hoguera, Don Francisco nos explicó que dejáramos todo aquello que nos impedía acercarnos al Señor, y ambas escribimos en un papel aquello de lo que nos queríamos desprender, dejando así al hombre viejo fuera. Al pasar por la Puerta del Perdón, con renovadas intenciones de caminar sin lastres, me sentí más ligera.

Sigue María diciendo…

– La Catedral resultó ser preciosa, y como bien dijo Maiqui, la Virgen estaba allí, nada más pasar la Puerta, para darnos la bienvenida y acogernos desde el primer momento. Siempre la Madre pendiente de todos los detalles.

La misa fue otro regalo, empezamos renovando las promesas del Bautismo y Don Francisco en la homilía recordándonos las palabras de San Honorio dijo: «Padre aquí estoy». Y contesta. «¿Donde están tus hermanos»». Y es que el cristiano no puede salvarse solo, sino de la mano de las personas que le rodean, de su Iglesia, y nos recordó de nuevo la importancia de la misma en nuestros días. La Iglesia no son solo los eclesiásticos, sino que somos cada uno de nosotros.

Y, ¿qué me dices del momento de la Cruz, Maiqui»

– La Cruz me removió mucho María. Me emocionó ver como un grupo de chicos la sostenían con los brazos en alto. Decía don Francisco que nos cuesta creer en ella, en el dolor como medio de salvación. No se trata de un castigo sino de la mayor expresión de amor habida en la historia, rompe con la muerte y nos ofrece un camino nuevo. Me acordaba de mi amiga Laura, tan joven y con cáncer. Pues es un ejemplo para mí, porque sigue las palabras de la Madre «hágase en mí según tu palabra» con la convicción de que todo es para bien y con la confianza ciega en que solo siguiendo a Cristo, asumiendo la cruz, se puede ser realmente feliz y llegar al Padre.

Como colofón, la Cruz de Los Jóvenes y el icono de la Virgen, una vez bendecidos, se colocaron en una de las paredes de la Catedral.

Os damos las gracias por el acogimiento recibido por la Iglesia joven de Coria y por darnos la oportunidad de compartir en familia una celebración tan especial, y a Dios por habernos guiado hacia él.

Queremos aprovechar la ocasión para recordaros que este año se celebran otros jubileos, y que como dice Don Francisco, este no es el final sino un punto de partida, así que esperamos volver a cruzar nuestros pasos en el Cristo del Consuelo de Cieza, -Murcia, Nuestra Señora del Camino en León, Cristo del Calvario en Sevilla, Araceli patrona de Lucena, San Pelayo en Creciente -Vigo, Virgen Milagrosa de Carballo -A Coruña, Santuario de la Milagrosa de Peralta -Navarra y año jubilar en la Parroquia de San Juan Bautista de Obanos -Navarra. La Puerta del Perdón está abierta para cada uno de nosotros cada día, y la Virgen está ahí esperándonos con los brazos abiertos.

Con cariño,

María Suarez y Carmen García-Tubío -Maiqui

Lo más importante no es:

– Que yo te busque, sino que Tú me buscas en todos mis caminos -Gen 3,9

– Que yo te llame por tu nombre, sino que Tú tienes tatuado el mío en la palma de tu mano – Is 49,16

– Que yo tenga proyectos para Ti, sino que Tú me invitas a caminar contigo hacia el futuro -Mc 1,17

– Que yo te comprenda, sino que Tú me comprendes en mi último secreto – Cor 13,12

– Que yo te ame con todo mi corazón y todas mis fuerzas, sino que Tú me amas con todo tu corazón y todas tus fuerzas – Jn 13,1

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