8 junio 2018
Mons. Juan José Omella Cardenal Arzobispo de Barcelona inaugura el X Congreso Teológico Pastoral: Para ser Iglesia en salida cada uno debe ser un apóstol con fuerza misionera

El Cardenal Omella abrió el X Congreso Teológico Pastoral en el Seminario Diocesano en Cáceres con una ponencia sobre «Una Iglesia en salida se traduce en una Iglesia evangelizadora».
Monseñor D. Juan José Omella, Cardenal Arzobispo de Barcelona, comenzó su intervención en la tarde del viernes 8 de junio en el Congreso Teológico Pastoral en el Seminario Diocesano. Su ponencia se centró en la importancia de salir a las periferias desde las parroquias, así como los retos actuales de la Evangelización en el mundo de hoy. En su intervención se apoyó en numerosas ocasiones en Evangelii Gaudium y en el propio Evangelio.
El arzobispo, un hombre con gran humor, agradeció la acogida y la presentación: «Menos mal que no ha contado mis pecados y mis defectos que son muchos. Gracias al obispo por la invitación». Quiso saludar a todos los que acudieron a la conferencia desde los distintos ámbitos de la vida eclesial, saludando especialmente al hermano John, de la Comunidad de Taizé, ponente también de congreso y en cuya comunidad hay un barcelonés.
También aludió al Sínodo. «Felicidades por el sínodo, el buen camino de una iglesia que camina junta, y que predican los jesuitas el discernimiento, a continuar y a caminar por ese camino», añadió el prelado.
A continuación un resumen de su intervención:
«El título de las jornadas es una «Iglesia en salida y misionera», es un tema que nos está cuestionando a todos. En Barcelona hemos hecho un plan pastoral pequeño, un libro pequeño para que quepa en el bolso de las mujeres y en el bolsillo de la chaqueta de los hombres, así puede leer en el metro y en el autobús. Es más grande porque está en dos idiomas. Con el título «Salgamos», el imperativo.
Mi gran título es ser pastor y no cojo otro. Durante más de 20 años he sido sacerdote del mundo rural, después de muchos años he pasado por diversos cargos: arcipreste, obispo auxiliar, obispo y ahora cardenal. Ya hemos acabado. Ahora que en su Misericordia me lleve al Reino de los Cielos.
Hace unos días tuvimos en la finalización del curso de los jesuitas en Barcelona, Cristianismo y Justicia. Vino un jesuita a hablar de la inmigración y yo también estaba en esa mesa. En forma de preguntas íbamos intentando responder a los planteamientos que se realizaban, cuando de pronto un joven levantó la mano y dijo: yo todos los años voy en verano a Kenia. Trabajamos allí en una parroquia para ayudar, compartir con la gente pobre y una pregunta que me martillea el corazón es: ¿y qué hace Dios por toda esa gente?, ¿dónde está Dios?
Le respondí que la respuesta no es fácil, esa pregunta me la hice yo cuando era misionero en el Congo, ¿por qué algunos no comen en tres días y nosotros vamos a hacer dietas para adelgazar? Le agradecí esta pregunta. Yo me acuerdo de Tolstoi, cuenta una anécdota de un rey que les pide a los sacerdotes y a los sabios del país cuál es el camino para ver a Dios. Le dicen que es una trampa, no sabemos cuál es el camino para ver a Dios. Apareció un pastor de la montaña, con una camisa vieja, sucia, vive con sencillez y le dice: yo le puedo mostrar el camino para conocer a Dios, cómo obra Dios y cómo es su corazón. El rey dice, con eso me conformo. Y el pastor le dice que tienen que intercambiarse la ropa. El rey le entrega todo: cetro, corona, vestimentas. Y cuando está cambiado le dice, esto es Dios, él comparte nuestra condición humana, aprende como nosotros, vive en un pueblo, comparte el dolor de la gente, la soledad, el desprecio, pasión, muerte…. ¿dónde está Dios? El Dios de amor que comparte contigo, un corazón de Amor, todo lo ha hecho porque nos ama, esto es lo que celebramos hoy. En la fiesta del corazón de Jesús, no seremos Iglesia en salida si no hemos entendido el Amor de Dios. No se trata de hacer modernidades, de ropajes, sino en el corazón.
Al Papa Francisco lo han interpretado como de la reforma externa: el organigrama, la curia… el Papa lo que mira es el corazón, la conversión, hasta que ustedes y yo no cambiemos el corazón, no somos Iglesia en salida. Salir de nuestra comunidad, de nuestro pecado y egoísmo y compartir con el otro. Aceptar su traje, compartir.
Quiero felicitaros a todos vosotros, a los agentes de pastoral, sois apóstoles, cada uno en su sitio, sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos… el trabajo que hacéis es mucho y lo hacéis por el amor al Señor.
Me acuerdo de un escritor ruso Lenin, que decía: dadme diez Franciscos de Asís y yo haré la revolución bolchevique en todo el mundo. Con 11 personas, vamos a decir 12, por ser más evangélicos, pero sin tanto medios, sin tantos estudios ni riquezas como nosotros, abriendo el corazón a la fuerza del Espíritu hicieron una gran revolución en el mundo y aquí estamos más de 12. O dejamos que el espíritu entre en nosotros o no se hará el cambio de la Iglesia. Todos tenemos que ponernos en actitud de caminar, el Papa habla tanto de discernimiento. Salgamos sin miedo a ver qué le pide Dios.
Aprovecho para recomendar un libro de la editorial «Sígueme»: «Paciencia», reconozco que voy por la página 15, pero cuenta cómo la Iglesia católica hace una revolución dentro del Imperio Romano, y explica esta virtud tan activa: la resiliencia en los momentos difíciles.
TENEMOS QUE SALIR, DESDE DóNDE Y CóMO SALIMOS. LA PARROQUIA.
La plataforma, el trampolín que tenemos es la parroquia. Nosotros crecemos y compartimos nuestra fe en una parroquia. Una estructura familiar, cercana, en el mundo de hoy. La parroquia sigue siendo un lugar de evangelización, nos planteamos, ¿cómo tiene que ser?, ¿como hace 50 años?.
El Papa en Evangelii Gaudium, que es su plan programático, en el número 28, nos anuncia que la parroquia es insustituible, no es una estructura caduca, tiene una gran plasticidad, requiere docilidad y creatividad misionera del pastor de la comunidad. Seamos creativos, no repetitivos, aquí es donde tenemos que empezar a movernos. La parroquia es como en medicina, tenemos el médico de cabecera y luego especialista, pero si no has pasado por el de cabecera… no te atienden. La parroquia es igual, estamos los sencillos, los que vamos a caminar, algunos se especializan y van a asociaciones o movimientos. La parroquia es comunidad de comunidades. Todos se encuentran y comparten la fe. Todos los estilos tienen cabida.
Se evangeliza desde muchos más sitios, pero si es capaz de reformarse y adaptarse continuamente, la parroquia seguirá siendo la misma iglesia. La parroquia no es un lugar aislado, es ella la que tiene que salir y abrir. No tocar la campana y que vengan. Evitar puertas cerradas y grupitos aparte, que puedan entrar todos, incluso los que no creen en Dios.
Tenemos que tener presencia eclesial en el territorio, ámbito de la escucha de la Palabra con mayúscula, del crecimiento de la vida cristiana. El Papa nos pide una llamada a la Santidad, no de poner los ojos en blanco, sino de estar amando, en el mundo.
Tenemos que salir fuera, con ímpetu a anunciar el Evangelio, todos somos evangelizadores. La parroquia es santuario donde los sedientos van a beber. La parroquia es como la fuente del pueblo donde los sedientos van a beber. La llamada a la revisión y renovación de las parroquias todavía no ha dado los suficientes frutos, las parroquias tienen que ser fuentes de participación.
CóMO NOS RENOVAMOS, CóMO AVANZAMOS
La gran renovación no es solo hacer programas pastorales, sino renovarnos nosotros. Hay que ofrecer una mirada positiva a nuestro mundo. Tenemos añoranzas de otro mundo, pasado o por venir. Aquellos tiempos, en que íbamos o hacíamos… San Agustín les decía en su tiempo, no quiero oír decir que lo pasado fue mejor. Aquí nos ha puesto Señor y aquí es donde tenemos que evangelizar. También San Juan Pablo II en Ecclesia en Europa nos dice tenemos que tener una mirada realista a los defectos que tiene el mundo de hoy. ¿Y qué descubrimos? Tiene miles de defectos pero tiene un anhelo de un mundo más humano. La gente no se conoce con los vecinos. Esto no puede ser. Tenemos que trabajar la relación humana. Ahí tenemos respuesta nosotros los cristianos. Tenemos una sociedad con necesidad de salvación y una palabra de Vida Eterna. Necesitamos humanidad y esperanza. Cuando hablas a la gente al corazón, como la samaritana, ellos te abren el suyo. Hoy más que nunca la Iglesia tiene que ser lugar de acogida y escucha. También los jóvenes, se abren si tú les tocas el corazón. En Barcelona, una sociedad muy secularizada dicen, también experimento que quieren hablar de Dios.
Hay un deseo de mayor trabajo con los excluidos, en este, un mundo injusto y donde se excluye a la gente. Realmente es una pena, pero es una oportunidad para trabajar, una llamada de renovación a la Iglesia.
Nosotros, como apóstoles, tenemos que creer que lo que llevamos entre manos es valioso, también hoy en el siglo XXI, si lo creo yo sigo difundiéndolo. Muchos no te harán caso, pero ¿lo que has vivido te ha servido? Pues tienes que compartirlo. Si crees que Jesucristo ha dado sentido a tu vida, debes difundirlo y segundo, mira positivamente a la gente, tiene cosas buenas que amar. Esa mirada positiva la tiene que tener todo apóstol.
Recomiendo también el libro «La sabiduría de un pobre». En el capítulo final un personaje plantea: ¿qué hace falta para evangelizar?. Lo que hay que hacer es anunciar a una persona que Dios la quiere, y para hacerlo primero te lo tienes que creer tú. A esa persona que es tu hijo, tu nieto, que no va a misa, no ha bautizado a sus hijos… los quiere Dios más que tú. Tú quiéreles y Dios ya se encargará de lo demás…
PRIORIDADES DE LA PARROQUIA. PRINCIPIOS PASTORALES.
Las opciones de fondo principales son: Jesucristo en el centro de la parroquia y de tu vida. Tenemos que estudiar el Evangelio, a veces no hablamos de Dios. Debe ser tres claves: evangelización, acción social y Palabra de Dios. Depende del sitio, del lugar, se adapta el cómo, pero debemos mostrar siempre nuestra creencia, desde ahí surge nuestra acción social.
Liberar las fuerzas renovadoras y transformadoras del Evangelio. La parroquia tiene que dinamizar el barrio y participar en las acciones de la sociedad sin avergonzarnos de nuestra propuesta cristiana. Siempre en una línea siempre de compasión y nunca de exclusión, de denuncia y de desprecio. Sé que hay cosas que no me gustan y no van con el Evangelio, pero no podemos estar todo el día renegando. Cuando tenemos compasión y compresiones tamos en buen camino y también comunión con otros, uniéndonos y creando sinergias.Teniendo siempre una misión ad gentes, hacia los que no creen y los que no han oído nunca la Palabra de Jesús. Muchos son igual que los paganos… para algunos el mensaje de Jesús es oxígeno.
LO IMPORTANTE NO SON LAS ESTRUCTURAS. MENSAJE A CADA UNO. FUERZA MISIONERA.
¿Qué nos pasa que hemos perdido la fuerza misionera? Recomiendo otro libro, que tenemos todos, el Evangelio, capítulo 11, 12 y 13 de San Mateo. Ahí nos habla de cómo tenemos que ser apóstol hoy, cómo ser Iglesia en salida. Ahí el ejemplo del mejor evangelizador: Jesús. No tires la toalla, porque la llevas cogida desde el bautismo, para limpiarte el sudor y para lavar los pies del hermano. El evangelio nos muestra a Jesús fracasando. Su primo, el Bautista, duda de él. Su generación no le entiende, a nosotros nos pasa igual. La gente pide milagros, pero no creemos en los milagros, Jesús hacía milagros delante de la gente y tampoco le creían.
La gente sencilla entiende el mensaje, los sabios no, no es científico, la gente sencilla lo entiende. Bendito sea Dios. Benditos viejecitos que vienen a misa. ¿Qué le lleva a Jesús a no desalentarse?, ¿cuál es la espiritualidad, la columna vertebral que nos tiene que sostener como apóstoles? Porque si no, nos derrumbaremos en estos tiempos difíciles. Lo tenemos en el Capítulo 13 de San Mateo, las parábolas del Reino.
La primera, salió el sembrador a sembrar. Un apóstol tiene que ser realista, todo lo que hace no va a dar el ciento por uno. La parábola del realismo. De todo el grano repartido, muy poquito da fruto. Apóstoles de Extremadura, os toca sembrar, no recoger. Las cuentas son de siembra, no de resultados.
Parábola del trigo y la cizaña. Lo que siembran crece entre el bien y el mal, ustedes también tienen cosas buenas y malas. Y Dios te quiere, eres su hijo amado. Si tú te confiesas y Dios te quiere, ¡cómo no vas a querer a tus vecinos o a tus hijos!. Dios al final juzgará, no lo hagas tú. Palabra clave: misericordia.
Grano de mostaza. Pequeñito, pequeñito… así crece el Reino de Dios, no a nuestro ritmo. Y así 21 siglos. Una semilla que crece y no acaba de ser el árbol grande. Necesitamos la parábola del bambú: durante seis años riegan los japoneses, y no sale nada. Al séptimo, en seis meses crece dos metros. Tenemos que tener confianza en que el Señor actúa.
Y por último la parábola del tesoro. Quien lo quiere, se lo juega todo, lo vende todo. A nosotros nos llama el Evangelio como Jesucristo, a arriesgarlo todo y perderlo todo. Dando a fondo perdido. Y quien pierda todo se salvará. Esto es lo que dará fruto, apóstoles que se juegan todo por ese camino. Si vamos por ahí la Iglesia seguirá siendo luz y esperanza para los hombres seremos Iglesia misionera. Y nada de personalismos, cada uno da un color, todos somos un arcoíris. Encontrarnos y escucharnos y que la Iglesia sea signo de esperanza para el mundo de hoy».
Esta es nuestra gran tarea desde las parroquias, y cada uno como apóstoles.
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