18 enero 2021
Raíces Sierra de Fuentes V

Históricamente se constata un claro y permanente incremento de la población en la primera mitad del S.XVI en España. No sería ajena a esta realidad nuestra actual Extremadura; a pesar de la fuerte emigración a la América, recién descubierta. De hecho, la razón que se aporta para construir nuevos templos o ampliar los antiguos es el aumento de población y la estrechez y dificultad de los existentes para poder celebrar, como Dios merece, los actos de culto.
Sierra de Fuentes inicia la construcción de su Iglesia Parroquial actual en la década de 1520-1530. La inician desde el ábside oriental, sobre los cimientos del templo anterior, que se les había quedado pequeño.
Levantado en el estilo gótico-renacentista de la época, trabaja como Maestro de obras Juanes de Marquina, quien fabrica el primer tramo de la nave hasta que, en 1532 , le sustituye Juán Carmones, rematador del edificio en 1.533- 1.534. En este último año recibe 2.762 maravedíes Gonzalo Martín, por algún trabajo realizado en la obra de la Iglesia. El espacioso Pórtico occidental es contratado en 11-2-1.550 por Pedro Gómez, que parece de origen portugués. Obra de Juán Carmonés debe ser la preciosa portada plateresca y quizá la venera-concha de Santiago- recuperada en la última restauración del edificio y realizada en los años 80 del pasado siglo.
Recorre todo el perímetro interior del Pórtico un banco corrido que serviría, entre otros menesteres, para celebrar los Concejos Abiertos, aquellas reuniones a las que eran convocados todos los vecinos para tratar temas que a todos interesaban. A son de campana tañida acudían los vecinos a la Iglesia: Se juntaron en la Iglesia parroquial como lo an de costumbre muy antigua, dice un documento viejo. Los vecinos de Sierra de Fuentes, descendientes de los primeros pobladores castellanos, leoneses o gallegos, reproducen este sistema asambleario, tan común en las áreas cristianas del Norte peninsular, de donde procedían.
Muy expresivo e importante es el significado del Pórtico en la Iglesias cristianas. Su principal cometido es ir preparando al bautizado que llega para su encuentro espiritual con Dios. Es un espacio intermedio entre la vida cotidiana y lo divino. Aunque Dios no deja de estar nunca en la vida diaria: Dios anda entre los pucheros, recordaría Sta. Teresa a sus monjas, el templo es un lugar especialmente preparado para el encuentro con él. La misma orientación material del edificio de Oeste a Este, de Poniente a Saliente, ya nos ayuda para hacer el viaje desde nuestra vida diaria- Oeste-tan llena de dudas y sombras a veces, hasta el encuentro con Dios-Este- que es siempre Luz y Orientación.
Una vetusta y noble puerta de madera, con sus herrajes muy bien conservados, nos introduce en la nave, de suficiente cabida en días normales, pero incapaz de acoger al pueblo en los días grandes. Enseguida llama poderosamente la atención el retablo mayor, perfectamente encajado en el ábside oriental y detrás del Altar Mayor.
Etimológicamente la palabra retablo procede de dos vocablos latinos: retro=detrás y tabula que, en varios idiomas romances, vino a significar mesa. Retablo sería aquello que está detrás de la mesa. Naturalmente dicha mesa es la Mesa del Altar Mayor, en la cual se celebra y actualiza el misterio de la Eucaristía. No hay espacio más sagrado en una Iglesia católica de rito latino: representa al mismo Cristo y, por ello, es consagrado con un rito especial, besado por el sacerdote e incensado en las celebraciones.
El retablo, colocado siempre frente a los fieles y para su contemplación, no es por ello un simple adorno. Colocado en la parte más noble del templo, lugar de la Luz, representa a la Iglesia de los ya salvados, los 144.000 sellados del Apocalipsis. Es una permanente catequesis: los santos allí colocados son un espejo donde mirarnos y ánimo para nuestra vida cristiana. En muchos retablos, como en éste de Sierra de Fuentes, la presencia de los Apóstoles nos recuerda que nuestra fe es apostólica; es decir: cuando recitamos juntos el Credo , no estamos afirmando cuentos o ideologías filosóficas, sino las verdades que nos legaron los Apóstoles, primeros testigos de las palabras y hechos del Señor Jesús.
Para una última crónica deja el viajero la descripción del retablo, muy rico en significados y muy digno de ser valorado, junto con toda la Iglesia, como la mejor joya artística y el hermoso legado de fe que nos legaron los mayores, de cuyas raíces venimos.
Ya de despedida, en una postrera mirada cordial al Sagrario, el viajero recuerda las palabras de S. Pablo a los Efesios:…Ya no sois extranjeros sino que ahora compartís con el pueblo santo los mismos derechos y sois miembros de la familia de Dios. Sois como un edificio levantado sobre el cimiento de los Apóstoles y los profetas y el propio Cristo Jesús es la piedra que corona el edificio…Vosotros unidos a Cristo, os unís todos unos a otros para llegar a ser por medio de su Espíritu un templo en el que Dios habita.
Continuará. Paco Neila.
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