Ricardo Blázquez, arzobispo de Valladolid: «La Eucaristía es fermento de solidaridad en el mundo»

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El título de la conferencia de Mons. Ricardo Blázquez, «La Eucaristía hace la Iglesia», coincide con un capítulo del libro Meditación sobre la Iglesia, de H. de Lubac. Un libro que no es un tratado de teología, sino un ensayo, que fueron inicialmente charlas de carácter espiritual. “Un libro donde no sólo se prende la doctrina de la iglesia sino como estar y cómo vivir, cómo sufrir también con la Iglesia” explicó Blázquez.

Lubac va desgranando tres significaciones del Cuerpo de Cristo: Cuerpo Personal de Cristo, Cuerpo Eucarístico de Cristo y Cuerpo Eclesial de Cristo.

Sobre el sentido eclesial de la Eucaristía, Mons ha explicado que se utiliza una epíclesis litúrgica, es decir, una oración de invocación a Dios para que con el Espíritu Santo, con las palabras del sacerdote y obedeciendo el mandato de Jesús, el pan y el vino se conviertan en Cuerpo y Sangre y pidiendo también a Dios que el Espíritu Santo haga de los comulgantes un solo cuerpo y un solo espíritu en Cristo.

Blázquez ha invitado a los asistentes a visitar la remodelada capilla de la sede de la conferencia Episcopal Española, recientemente remodelada por Rupnik con preciosos mosaicos, ya que uno de ellos representa al Espíritu Santo con las alas desplegadas, en acción.

Los cristianos al celebrar la Eucaristía formamos unidad. Formamos Iglesia. Nos unimos desde todos los lugares y dispersiones. Nos convertimos en hermanos. “La amistad con Dios y entre los pueblos nos fue devuelta en la cruz”, recordó el arzobispo de Valladolid. “Cuando comulgamos decimos sí a Jesús y sí a nosotros mismos, que somos cuerpo de Cristo, y a los hermanos”.

La Iglesia se hace incesantemente cuerpo de Cristo al participar en la Eucaristía. Benedicto XVI escribió en la encíclica Deus Cáritas est, 14, además de que la Eucaristía nos adentra en el acto oblativo de Jesús, tiene ‘un carácter social, porque en la comunión sacramental yo quedo unido al Señor como todos los demás que comulgan: ‘el pan es uno, y así nosotros aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan’.

La Eucaristía es presencia real del Señor que adoramos y acogemos en la hospitalidad de la fe y el amor. Participar plenamente en la Eucaristía recibiendo el Cuerpo de Cristo supone un grado determinado de unidad de los comulgantes con el Señor y con la Iglesia y al mismo tiempo estimula el amor al revivir la entrega de Jesús por nosotros y reclama una fraternidad cada vez más honda.

La Eucaristía es fermento de solidaridad en el mundo, debe curar las heridas diarias infligidas a la fraternidad cordial y efectiva y también es un aldabonazo a los cristianos necesidades y bienes. “El cristianismo no hace a las personas peatones de las nubles, sino consecuentes con lo que creemos y celebramos. Es sacramento del amor entre los participantes y es impulso a la fraternidad, a la paz en medio del mundo”.

Posteriormente, ha explicado significado de la palabra “colecta”: el habitual, de donación de bienes, significa también la Iglesia reunida en un lugar determinado para celebrar la eucaristía, y la oración primera que el sacerdote hace en nombre de todos.

San Justino transmitió la primera narración de la celebración de la Eucaristía y recuerda su dimensión social de la misma: “los que tienen y quieren, cada uno según su libre determinación, da lo que bien le parece, y lo recogido se entrega al presidente y él socorre con ello a los huérfanos y viudas, a los que por enfermedad o por otra causa están necesitados, a los que están en las cárceles, a los forasteros de paso, y, en una palabra, él se constituye provisor de cuántos se hallan en necesidad”.

Dentro de la carta de Juan Pablo II Mane nobiscum Domine de 7 de octubre de 2004, señala que: “La Eucaristía no sólo es expresión de comunión en la vida de la Iglesia; es también proyecto de solidaridad para toda la humanidad. En la celebración eucarística la Iglesia renueva continuamente su conciencia de ser ‘signo e instrumento’ no sólo de la íntima unión con Dios, sino también de la unidad de todo el género humano. El cristiano que participa en la Eucaristía aprende de ella a ser promotor de comunión, de paz y de solidaridad en todas las circunstancias de la vida… la Eucaristía es como una gran escuela de paz, donde se forman hombre y mujeres que, en los diversos ámbitos de responsabilidad de la vida social, cultural y políticas, sean artesanos de diálogo y comunión. La participación en la Eucaristía es un impulso para un compromiso activo en la edificación de una sociedad más equitativa y fraterna”. Por el amor mutuo y la atención a los necesitados se nos reconocerá como verdaderos discípulos de Cristo

Monseñor Ricardo Blazquez ha invitado a celebrar la Eucaristía, siendo profundamente conscientes de lo que hacemos, “tomamos el cuerpo de Dios, diciendo sí, y nos comprometemos a ser fermento de paz, de solidaridad y de compromiso activo por una sociedad más equitativa y fraterna”.

Lorena Jorna

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