9 abril 2013
Sacerdotes seminaristas y consiliarios hacen balance del Concilio Vaticano II y la Acción Católica

En la Casa de Oración de Santa María de los Negrales -Madrid, los días 2 y 3 de Abril, sacerdotes y seminaristas de distintas diócesis españolas, junto con los presidentes de los movimientos, hemos participado en el Encuentro de Formación organizado anualmente por la Federación de los Movimientos de Acción Católica -presididos por el Obispo consiliario, Mons. Carlos Escribano-.
En esta ocasión, el tema a tratar ha sido «Concilio Vaticano II y Acción Católica. Balance y perspectivas». A la luz de la ponencia de Imanol Zubero -Sociólogo en la universidad del País Vasco y militante cristiano-, hemos descubierto los cambios culturales que están determinando el momento actual y que marcan retos e interpelaciones a la Iglesia si quiere ser evangelizadora con novedad. Conscientes de que vivimos en una cultura que podemos denominar como «modernidad líquida», donde el individuo se encuentra viviendo una realidad social en la que se institucionaliza el individualismo con un carga de relativismo y ambigüedad. Hemos analizado, desde la propia experiencia pastoral y personal, cómo la fe y su transmisión, en este sentido, también vive su debilidad y queda al amparo de la elección, la indiferencia o la absolutización de alguna forma parcial. El sujeto humano, en este contexto, vive una situación de extrañamiento en la realidad, de desconexión con ella, de deculturación y, consecuentemente, con un alejamiento de la institución religiosa, de la vivencia comunitaria y organizada de la fe, en un cisma soterrado de desencuentro mutuo de la ciudadanía y de la Iglesia. Sin embargo, notamos cómo ese mismo hombre ansía y necesita caminar con horizonte y utopía -Abrahán, sanarse y reconstruirse -samaritano, vivir en profundidad y espiritualidad -Pentecostés y sentirse querido y reconocido en comunidad humana y fraterna -Jerusalén.
La reflexión teológica de Santiago Madrigal -eclesiólogo en la Facultad de Teología de Comillas- nos ha adentrado en el ser y hacer de la Iglesia a la luz del Concilio Vaticano II, atendiendo a ese eje transversal e identificador eclesial que es la misión. A los cincuenta años del Concilio, y para ser fieles a él, nos reafirmamos en la necesidad de una nueva evangelización para el mundo de hoy, que sepa verter el tesoro de siempre en las vasijas nuevas de esta generación, que también tiene derecho al encuentro con Jesucristo y su Evangelio. La Acción Católica identificada con el Concilio, tanto en su eclesiología de comunión como de misión, así como de la relación Iglesia-mundo propuesta por él, se alegra de haber servido en estos cincuenta años al avance de la evangelización del mundo y sus ambientes.
En fidelidad a este momento cultural y a la Iglesia que quiere ser fiel y dejarse interpelar por el hoy, descubrimos llamadas y retos fundamentales para reencontrarnos y reinterpretarnos en nuestro ser y hacer ministerial en los movimientos de Acción Católica, así como en todos los espacios eclesiales y sociales en los que desarrollamos nuestra labor. Aspiramos y soñamos – animados por las palabras y gestos del papa Francisco- una iglesia verdaderamente samaritana, que arriesgue en gratuidad y libertad, se haga cargo de la realidad encarnándose a favor de los últimos, ofrezca espacios y vida comunitaria, se corresponsable y se fundamente en la persona de Cristo y sus sentimientos. Para favorecer la nueva evangelización y colaborar en esta Iglesia samaritana nos sentimos llamados:
– A cuidar en todos nosotros la espiritualidad ministerial, en comunión unos con otros, así como en la praxis del acompañamiento, para compartir vidas y procesos con todas las personas que nos vamos encontrando. Sentimos especial llamada a renovarnos en la gratuidad y caridad pastoral.
– Queremos aportar y promover en la acción católica la priorización del Evangelio y la entrega sobre la organización, y buscar procesos de acompañamiento y de reflexión que nos ayuden a buscar caminos nuevos de evangelización, profundización en las riquezas propias de la pedagogía de la acción y de la fe, así como de la Revisión de Vida. Buscaremos también la propia autocrítica en orden a ser más creativos y audaces en la misión eclesial.
– En la Iglesia deseamos aportar optimismo y modos de hacer compartidos, que generen esperanza y creatividad para el momento cultural e histórico que estamos viviendo. El cuidado de los procesos en los espacios eclesiales, y la búsqueda de la inserción de los laicos en la sociedad para gestionar la autonomía de lo secular lo consideramos urgente, así como la preocupación por los que más sufren en nuestra sociedad y en el mundo.
Todas nuestras reflexiones y aspiraciones las ponemos en manos de Dios Padre, desde el agradecimiento profundo a todo lo que nos está concediendo personal y pastoralmente el acompañamiento; nos sentimos agraciados por haber sido educados en la mirada evangélica, sentir gozosos la corresponsabilidad, y disfrutar de la encarnación y de los signos del reino que a diario pasan por nuestras vidas, gracias a la Acción Católica.
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