Soldados sí pero de Cristo

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La película «Un Dios prohibido» se estrenó en Cáceres el pasado viernes 28 de junio, pero el día antes, sacerdotes, agentes de pastoral, delegados episcopales y medios de comunicación pudieron asistir a un pase con la presencia del director, Pablo Moreno y el director de producción Francisco Pavón -él es la representación extremeña de la película, ya que es de Albalá.

La historia cuenta el martirio de 51 miembros de la Comunidad Claretiana de Barbastro -Huesca durante los primeros días de la Guerra Civil Española. Es una historia que retrata el aspecto humano y religioso de las personas que participaron en este hecho histórico. Elena Furiase, Jacobo Muñoz e íñigo Etayo son algunos de los actores que participan en el film. No se trata de quién es el verdugo, de quién dispara el gatillo. Es una historia de perdón y sobre todo de analizar el por qué unos jóvenes, deciden entregar la vida – explicaba el director Pablo Moreno antes de la proyección de la película- no es una historia revanchista’.

Es una película que se centra más en el punto de vista humano, y que intenta tratar con el máximo cuidado posible las escenas de violencia. También hay espacio para un amor que no entiende de bandos, el de Trini, la Pallaresa que se pasa horas intentando ver al seminarista Esteban Casadevall, del que se había enamorado porque según ella, se parecía a Rodolfo Valentino, aunque no fructifican sus intentos, ya que este le reconoce que ya está comprometido con Cristo.

La película cuenta con un presupuesto muy ajustado, rondando los 300.000 euros, en los que han participado los claretianos como productores asociados. Presupuesto que sin embargo ha permitido, junto con la generosidad de los 52 actores -que han bajado su caché, de los más de 200 figurantes -que se han sumado a este proyecto más por amor al arte que por lo económico, ya que lo han hecho de forma gratuita y de todo el equipo técnico – «hemos sido una gran familia desde el primer día» contaban- que alcancen el ‘top ten’ de películas más visionadas en España en sus primeras semanas en carteleras de cines comerciales. ‘Una película con una pretensión muy humilde, con pocos medios y hecha con mucho cariño’ añade Moreno.

Se trata de un guión muy cuidado, trabajado gracias a los textos que se conservan en el Museo de Barbastro, en el que vemos la evolución de todos los personajes. ‘Esto no está bien’ murmura un miliciano, ‘¿tu conciencia te deja dormir por las noches?’ y otros matices y dudas que vemos reflejados en los rostros de claretianos y milicianos. «No es una película maniquea» aclara Francisco Pavón, opinión que compartían también algunos de los espectadores del pase previo.

Tras el visionado de la película, algunos espectadores destacaban la valentía de llevar a la gran pantalla una historia como esta. Contracorriente Producciones es una empresa con una gran vocación social, y que tiene en su haber diferentes producciones de corte histórico-religioso, aunque también ha realizado otras de temática diversa. ‘El cine es un sentimiento y tiene que transmitir y en esta película, la historia al final llega’ concluye Pavón tras el encuentro con los espectadores.

Una de las claves de la película es que hace a los espectadores reflexionar sobre su propio compromiso cristiano. Los claretianos, en el salón de actos de los Escolapios-su cárcel de retención antes de los fusilamientos por no renegar de su fe- nos deja debates interesantes sobre el por qué les han encerrado: ‘el problema es que la iglesia se ha alejado de los pobres’, ‘no nos conocen’ -indica otro-, ‘yo también soy hijo de campesinos’- se interpela el siguiente-. Reflexiones muy próxima a lo que nos indica hoy el Papa Francisco ‘hay que salir a las periferias’ y el propio Jesucristo, uno más entre la humanidad. También debaten sobre su destino: ‘estamos aquí para afirmar nuestra voluntad de ayudar a los demás’, ‘yo también me pregunto si debemos morir’, ‘seremos más útiles y más libres cuanto antes aceptemos nuestro destino’ -sentencia otro claretiano-. Dudas y certezas que acompañan el proceso interior de los 39 jóvenes encerrados, y que nos recuerdan a Jesucristo en el Monte de los Olivos, hablándole a su Padre sobre lo que ha de venir.

Pero se trata de una historia de perdón, y es que al igual que Jesucristo clama ‘perdónales porque no saben lo que hacen’, también los claretianos perdonan a aquellos que les llevan a su encuentro con el cielo. La historia es también una historia de incomprensión, de rechazo a las convicciones religiosas, de recelos, ‘me pregunto que hemos hecho mal, por qué nos odian tanto’ se pregunta el obispo Florentino Asensio, interpretado por Gabriel Latorre, preso en su propio palacio el 19 de julio del 36 y torturado y asesinado el 9 de agosto.

En «Un Dios Prohibido» observamos grandes personajes, con los que enseguida empatizamos y que ofrecen su imponente presencia en pantalla y su gran experiencia como actores, es el caso de Juan Lombardero, que interpreta al cocinero de los claretianos y que se juega la vida para llevarles la comunión diaria, o Mauro Muñiz, que interpreta a un gitano de misa diaria que no reniega de su fe: ‘¿qué mal les hace que yo rece?’ – pregunta a su hija que insiste en que le devuelva el rosario y no ‘provoque’ a los milicianos-.

Escenas muy cuidadas desde el punto de vista técnico, como un campo de trigo y amapolas -alegoría de la vida que da fruto tras la muerte, tormentas – como la que se desencadena tras la muerte del obispo Asensio-, anocheceres y amaneceres pueblan el film para acompañar al espectador tanto en el proceso interior de los personajes como en el desarrollo de la historia. Una película que tiene algunos fallos puntuales en el inicio del metraje con el sonido, debido a las dificultades para grabar en exteriores y al ajustado presupuesto, pero que puede competir dignamente con grandes producciones.

No quiero dejar pasar la oportunidad de mencionar una de las escenas finales, cuando los claretianos no sólo reafirman su decisión de ser sacerdotes de Cristo ante los milicianos, sino que nos dejan con un nudo en la garganta cuando cantan a gritos que son soldados sí, pero de Cristo.

Si tienes ocasión de verla en el cine, aprovéchala y difúndela. Como dice uno de los jóvenes sacerdotes cuando le preguntan por qué escribe tanto durante su encierro: ‘alguien tiene que contar esta historia’.

Lorena Jorna

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