11 noviembre 2020
Sor Isabel Mª Rodríguez: La persona que busca comida tiene hambre pero también necesita una mirada una palabra

HIJAS DE LA CARIDAD EN CáCERES, COMEDOR SOCIAL La Milagrosa
¿Cómo vivió la Congregación el estado de alarma en la ciudad de Cáceres?
Ante tal situación, la Comunidad y las Hijas de la Caridad, en general, lo primero que nos planteamos fue cómo responder a esta realidad, al reto que se nos planteaba: Aliviar en parte las necesidades básicas de todas las personas que acuden a nosotros y poner todos los medios a nuestro alcance. Desde la Provincia, recibimos los Protocolos a seguir para poder atender dignamente a los que a diario vienen al Comedor. Comenzamos dando bocadillos para almuerzo y cena, pensando que iba a ser una situación puntual, pero, como vimos que esto se alargaba, entendimos que los bocadillos no eran suficiente para tener una alimentación adecuada, por lo que cambiamos el proceso, empezamos a repartir comida elaborada en nuestra casa y servida en dos tupperwares: un primer y un segundo plato para el almuerzo, además de pan, fruta, leche o zumos y, para la cena, bocadillos.
¿Tienen miedo a contraer el coronavirus?
¿Miedo? NO. La confianza en Dios es mayor. Desde el principio, nos mentalizamos para usar los medios necesarios para cuidar y cuidarnos y…. confiamos en Jesús, como Médico, y en María, su Madre, como Enfermera e intercesora. En sus manos pusimos nuestro hacer.
¿Cuántas personas forman la Comunidad?
Somos 19 Hermanas. La edad media de las Hermanas es supera los 80 años, pero siempre intentamos: «DAR VIDA A LOS AñOS» Yo no cuento los años, siempre cumplo uno más… Las Hermanas que llevan el peso principal y preparan los «tupperwares» son dignas de mención; ellas tampoco los cuentan, ponen amor para servir, saben que es Dios quien las espera en el Servicio a los necesitados. «Lo que hicisteis a ellos a mí me lo hicisteis» -Mt, 25
¿Cuántas comidas sirven diariamente? ¿Han notado un aumento de las necesidades en estos últimos meses?
Actualmente, servimos entre 80 y 90 comidas diarias, así como el mismo número de cenas. Desde el 1 de enero de este año hasta el 30 de septiembre, se han servido un total de 16.933 comidas y, por lo tanto, el mismo número de cenas; y, durante todo el año 2019 se sirvieron 16.301 comidas con sus respectivos bocadillos para la cena. Como se puede apreciar, en los nueve primeros meses de este año ya se han ofrecido más comidas que durante todo el año anterior.
¿Cuál es la situación de las personas que llegan a ustedes?
La mayoría de las personas que acuden están solas, no cuentan con empleo ni ingresos, o tienen unos ingresos mínimos que pueden provenir de una Renta Básica o una Pensión no Contributiva. Sin embargo, durante el confinamiento ha aumentado el número de familias con niños
En alguna ocasión han solicitado tupperwares para la entrega de las comidas. ¿Tienen alguna necesidad ahora mismo de estos productos o de productos de alimentación?
Sí los hemos solicitado, y hemos recibido todos los que hasta ahora hemos utilizado… miles… Desde aquí, queremos agradecer a la Ciudad de Cáceres y a personas muy concretas -no quiero nombrarlas por temor a olvidar a algunas, Hermandades, particulares, Empresas… Valoro, igualmente, al Banco de Alimentos, que conocen in situ la realidad de nuestro Centro, por las visitas que nos han realizado. En cuanto a las necesidades, los tupperwares siempre son bienvenidos, porque estamos viendo que, esta situación tan dura que nos está tocando vivir, todavía no está pronta a terminar. Además, siempre es necesario el fiambre, las latas, la leche, los zumos… productos que tenemos que entregar diariamente. Asimismo, necesitamos productos de higiene y aseo personal y productos de limpieza, que también proporcionamos a todos los que lo necesitan.
El panorama actual es preocupante, en su reciente encíclica Fratelli Tutti Francisco advierte: «olvidamos rápidamente las lecciones de la historia. Pasada la crisis sanitaria, la peor reacción sería la de caer más en una fiebre consumista y en nuevas formas de autopreservación egoísta. Ojalá que al final ya no estén, «los otros», sino sólo un «nosotros» . Ojalá no se trate de otro episodio severo de la historia del que no hayamos sido capaces de aprender. Ojalá no nos olvidemos de los ancianos que murieron por falta de respiradores, en parte como resultado de del sistema de salud desmantelados año tras año. Ojalá que tanto dolor no sea inútil, que demos un salto hacia una forma nueva de vida y descubramos definitivamente que nos necesitamos y nos debemos los unos a los otros, para que la humanidad renazca con todos los rostros, todas las manos y todas las voces, más allá de las fronteras que hemos creado» -núm.35. ¿Cuáles cree que debería ser las lecciones que aprendiéramos de esta situación?
La respuesta la tenemos clara en el núm. 60 y siguiente de dicha Encíclica. Yo me detengo en la parábola del «Buen Samaritano». Si nos situamos ante el hombre herido, caído al borde del camino, examinamos cómo actúa cada uno de los personajes del mismo, y la pregunta de Jesús ante el maestro y la respuesta de éste, tenemos claro cómo actuar en el aquí y ahora. El conocimiento del Pobre se aprende cuando se vive codo a codo. Cuando una ha estudiado en la universidad del Pobre, cuando oyes de sus labios «Dios le bendiga, hermana» o «prefiero tener yo el bichito antes que usted.», cuando le miras a los ojos y sientes que esperan una palabra de apoyo, te das cuenta de ellos son tus Maestros. Ciertamente, la persona que busca comida tiene hambre, pero también necesita una sonrisa, una mirada, una palabra… De ellos se aprende a dar importancia a lo que realmente la tiene, se aprende a relativizar, se aprende a compartir y te preguntas frecuentemente: ¿qué haría yo en su lugar? Se reúnen entre ellos porque «otros» no los miran. Es un: con ellos he aprendido a rezar, desde ellos he aprendido a olvidar las ofensas, con sus pertenencias a cuesta he aprendido que se puede vivir con poco. Por todo eso, y mucho más, este núm. 35 nos deja sin palabras, ante la realidad vivida en esta pandemia.
Un último mensaje para los creyentes y quienes lean esta entrevista.
No sé si he podido aportar algo, pero lo que sí quiero es dar las gracias a tantas personas que en este tiempo, se han privado incluso de cosas necesarias para traer tupperwares, alimentos, cariño, disponibilidad para ayudar -que dadas las exigencias del Protocolo, no podemos admitir, a aquellos que trabajan con nosotras y han dado su buen hacer de jornadas interminables, para que todo estuviera a punto y desinfectado a la hora de la comida, a las que ayudan al cuidado de las Hermanas, al chico de mantenimiento y a la técnico. Termino con un ¡¡¡GRACIAS, Hermanas¡¡¡ por vuestro buen hacer de tantos años al cuidado de los Enfermos y de los Niños en esta maravillosa Ciudad de Cáceres; sin esa semilla sembrada este Centro, hoy, no sería posible. «Sois pobres Hijas de la Caridad que os habéis entregado a Dios Para cuidarle en los humildes y necesitados». Con esta frase de nuestros Fundadores, San Vicente y Santa Luisa, termino pidiéndoles a ellos que nos ayuden a vivir el carisma que nos dejaron como soporte, «La Caridad de Jesucristo nos urge» Nuestra Madre Milagrosa, única Madre de la Compañía, bendiga a nuestros Amos y Señores, los Pobres y a todas las personas que están sufriendo por la enfermedad del Covid 19 o las consecuencias que esta pandemia está provocando. Que cubra a todos con su manto y nos ayude a seguir adelante.
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