27 octubre 2015
Un día para recordar y vivir al aire franciscano de Laudato Si

Un grupo de religiosas y religiosos compartieron una bonita mañana de fraternidad en el convento franciscano del Palancar el día 24 de octubre. El entorno de la naturaleza, verde tras la primeras lluvias otoñales, se presentaba como un pórtico más que propicio para la ponencia que se iba a desarrollar sobre la carta encíclica del Papa Francisco: «Laudato si».
La llegada del grupo fue acogida por los hermanos franciscanos con una cálida hospitalidad. La sala para la conferencia estaba dispuesta para tomar asiento y comenzar a escuchar la disertación de fray Emilio Rocha que, con mucho amor y mucho humor, fue desgranando «Laudato si»; el Cántico de las criaturas que rezuma toda la encíclica de un Francisco de Asís que, con los ojos apagados por el glaucoma, encendió un fuego que fue prendiendo a través de los siglos, y que otro santo franciscano, Pedro de Alcántara, plasmó en aquel minúsculo convento impregnado todo él de pobreza, austeridad, silencio, armonía, contemplación… de la hermosura atractiva de Dios creador volcado en amor por toda criatura.
Las líneas maestras de «Laudato si» que trazó fray Emilio, sitúan a todos los hombres, en una ecología integral. Una ecología habitada por una espiritualidad que implica custodiar la belleza de la creación, cuidar de los más frágiles, y que conlleva, una exigencia enorme de conversión, personal y comunitaria, en el consumo del agua, la electricidad, la calefacción… En definitiva, un consumo ético y responsable desde el amor.
Centralizó la mañana un emotiva eucaristía concelebrada por el presidente, fray Antonio Herrena y el hermano Arturo Breña, vocal de de la Junta directiva y general de los Siervos de María y de los Pobres. Toda ella, en clara alusión al contexto ecológico espiritual que se estaba viviendo. Al concluir la eucaristía, fray José García, amenizó con sus chistes y sabiduría sobre Pedro de Alcántara, una visita guiada por el convento.
La CONFER diocesana, representada muy significativamente por el grupo internacional e intercongregacional que fue al Palancar, regresó a Cáceres y a Coria, respectivamente, «tocada» por el testimonio de austeridad, sobriedad, sencillez, armonía, naturaleza, calidez, alegría… del espíritu de estos dos grandes santos, Francisco de Asís y Pedro de Alcántara, que habita en aquel lugar y en sus actuales moradores, los padres franciscanos, que intentan vivir ese riquísimo legado. Así lo percibió este grupo de religiosos, que regresaron con ganas de repetir la experiencia de haber estado más cerca de Dios a través de la bella naturaleza del entorno, del encanto de aquel conventico y de estos hermanos nuestros que dejaron un sabor a evangelio con su sencillez y alegría, El claro mensaje de que se necesitan pocas cosas para ser felices. «Alabado seas, Mi Señor, por toda criatura»
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