Una invitación a compartir el don de la vocación

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Ante la celebración el próximo 2 de febrero de la jornada de la Vida Consagrada, hemos querido hacer una invitación a la Hermana Verónica Vázquez, Misionera Eucarística de Nazaret y al religioso y sacerdote franciscano Fray Miguel ángel, a que nos cuenten su testimonio. Una invitación a compartir el don de la vocación.

Una celebración que se vive de formas diferentes. La Hermana Verónica destaca la oración. «Orar lo primero, y también agradecimiento por todo lo que ha dado Dios por medio de la vida consagrada a la Iglesia, y también el darla a conocer». Comparte sus impresiones Fray Miguel ángel Coronado, ofm: «creo que la jornada es una gran oportunidad para que los religiosos de nuestra Diócesis muestren la riqueza de sus carismas y todo lo bueno que aportan a la vida diaria de la Iglesia de Coria-Cáceres».

Vida de entrega y sencillez

Ambos son ejemplo de cómo la vida religiosa de nuestra diócesis es sencilla y entregada, la Hermana Verónica colabora en las labores de la secretaría en el obispado, de una manera callada y humilde y Fray Miguel ángel centra sus energías en la educación de niños y jóvenes en el colegio San Antonio.

Ellos dieron un paso definitivo de pertenencia a la vida consagrada. El Franciscano afirma que San Francisco y la historia de amor con Dios le cambiaron. «Comencé en la Orden Franciscana Seglar, pero el Señor quería más de mí, quería que le siguiera en una vida de oración y misión: anunciar a todos la Buena Noticia de la Salvación». La hermana descubrió su vocación en diferentes experiencias de misión interparroquial «ahí me di cuenta que no podía vivir sin anunciar que Dios te ama y te lo manifiesta continuamente, especialmente en la Eucaristía».

Un momento destacado en la vida vocacional es la profesión de fe. Fray Miguel ángel cuenta que el día de su profesión religiosa sintió «una alegría muy fuerte, pues mi vida tenía ya un sentido definitivo en Cristo». La Hermana Verónica recuerda la primera profesión «con gratitud»: «Gratitud a Dios por llamarme a pesar de mis fallos e invitarme vivir para él y a su estilo; gratitud a mi familia y hermanas de congregación por estar siempre ahí, animando; también es un experiencia de un profundo gozo e ilusión», explica la Misionera Eucarística.

El Carisma de Misioneras Eucarísticas de Nazaret es conocer, acoger, amar, celebrar vivir y proclamar la Presencia de Cristo vivo en la Eucaristía, explica la Hermana Verónica, «dando y buscando compañía a esa Presencia, para irradiar su vida, ya que como nos dice en Jn 10, 10 «he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia»».

A la derecha la hermana Verónica con sus compañeras de congregación en una imagen de archivoPrecisamente, esta congregación cumple 100 años de fundación, cuyo inicio tuvo lugar en Málaga, el 3 de Mayo de 1921 y surgió con la misma espiritualidad que San Manuel González compartió con la Obra de las Marías de los Sagrarios y Discípulos de San Juan -Unión Eucarística Reparadora que fundó en 1910. Actualmente la Congregación se encuentra en varios países, en Europa y América latina. La última fundación ha sido en Cuba.

El domingo 3 de mayo de 2020, y coincidiendo con la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, tuvo lugar el inicio del Año Jubilar con motivo del centenario de su fundación. Este tiempo de gracia se extenderá hasta el 3 de mayo de 2021. ¿Cómo están viviendo esta efeméride en estas circunstancias? Así lo explica la Hermana Verónica: «Con gozo, gratitud, deseos de seguir ofreciendo nuestra labor, más ahora que las circunstancias son adversas; ayudando a los más abandonados y que son el reflejo del abandono de Jesús en la Eucaristía, y sobre todo confiando en él que nos ha llamado».

La vida comunitaria en la vocación religiosa

Estas vocaciones, llevan detrás una vida comunitaria en sus casos, y destacan la buena sintonía y todo lo que se aprende de la convivencia en la comunidad.

«Este año es jubilar también para mí, cumplí 25 años de vida religiosa», nos confiesa la Hermana Verónica. «Creo que ante todo que -la comunidad es el espacio de encuentro contigo mismo, con los hermanos y a través de ellos con Dios, que siempre te invita a ir a más y salir de ti mismo, te invita a ir a más: más fe, más perdón, más misión, más alegría compartida…» Fray Miguel ángel, entró en la orden en 2009, hace ya doce años y para él, la vida franciscana es «una aventura maravillosa»: «compartimos con hermanos de muy distintas edades y procedencias. Esto es posible porque Jesús está en el centro de la comunidad, y su Espíritu nos da la caridad, la paciencia y la alegría necesarias para vivir juntos como hijos de un mismo Padre».

La Orden de los Hermanos Menores, los frailes franciscanos, son una fraternidad contemplativa de menores en misión. «San Francisco de Asís nos dejó una forma maravillosa de vivir el Santo Evangelio. Desde un espíritu de oración y devoción, seguimos las huellas de Cristo pobre y crucificado bajo la acción del Espíritu Santo, y anunciamos a toda la Creación que todos somos hermanos, hijos de un mismo Dios». Cuenta Fray Miguel ángel que además se ordenó como presbítero en septiembre de 2020. En Cáceres, la comunidad está en el casi centenario Colegio San Antonio de Padua, en Sto. Domingo, en el convento de El Palancar y en Guadalupe. «San Pedro de Alcántara fue un gran santo franciscano, y un cacereño universal», destaca el religioso.

Fray Miguel ángelDescenso vocacional y la llamada a la vocación

Todos conocemos el descenso de las vocaciones en la vida religiosa. Dios sigue llamando pero menos personas responden a esta vocación. ¿Qué mensaje lanzan ellos a quienes tienen dudas? ¿Qué aportan al mundo las congregaciones, la vida religiosa?

«En nuestro caso», analiza Fray Miguel ángel, «sobre todo, la alegría de un testimonio cristiano sencillo y cordial, la esperanza de que un mundo mejor es posible con Jesús, de que la paz y la reconciliación avanzarán en una Humanidad de Hermanos, de que la crisis medioambiental tiene solución en una Creación que se hace Fraternidad en Cristo».

«Cada vocación es un don a la Iglesia que hemos de pedir, con confianza y perseverancia, además hoy hay más distractores que nos impiden mirar nuestro interior y reconocernos habitados por Dios.», alerta la Hermana Verónica. Otra razón está en la sociedad actual y en las familias reflexiona el fraile franciscano: «Creo que hay menos vocaciones porque hay menos jóvenes, porque las familias ahora son más pequeñas, y porque hoy las opciones de un compromiso religioso profundo son menos evidentes. Cuando lo que se impone es lo superficial, lo individual, lo desechable, lo rápido y lo fácil, la opción del servicio desinteresado a Dios y a los demás casi parece contracultural».

«A quien se esté planteando su vocación con opción a la vida consagrada le diré: «Déjate acompañar, mira a Jesús y no dudes: Con él a muchas personas les puedes cambiar la vida para bien«», afirma rotunda la religiosa, a quien secunda el fraile: «La vida religiosa requiere una actitud de búsqueda paciente, de confianza sostenida, de personalidad profunda y abierta, de cambiar la mirada. ¡ánimo y adelante, porque Dios no defrauda nunca a los que le aman con un corazón sencillo!».

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