Una joven peregrina comparte su testimonio de fe tras caminar a Guadalupe bajo la lluvia

Julia, una joven de 19 años (sonriente con el chubasquero azul en la imagen en primer plano), ha vivido una experiencia de conversión y de encuentro con Dios durante su peregrinación a Guadalupe, el pasado fin de semana. Junto con otros jóvenes de la diócesis de Coria-Cáceres, Julia recorrió a pie los 30 kilómetros que separan Cañamero de Guadalupe, bajo la lluvia y el frío, pero con la alegría y la confianza de saberse acompañada por el Señor y por la Virgen.

“El sábado por la mañana después del desayuno y el rezo de las laudes, iniciamos la etapa desde Cañamero a Guadalupe. Llovía y hacía frío. Empecé a caminar muy apagada, hiperventilando, sin ganas de hablar con nadie y mucho menos cantar, no creía que fuera capaz de llegar caminando a Guadalupe”, relata Julia en su testimonio.

Fue entonces cuando Gonzalo, uno de sus compañeros, se le acercó y le invitó a que rezaran juntos. “Le entregué mis miedos, dolores e inseguridades al Señor y le pedí que me acompañara en este camino. A partir de ahí, disfruté cada paso que di, cada obstáculo que el camino nos ponía por delante era una oportunidad para acercarme más a Él, me dio fuerzas para seguir y para ayudar y sonreír al hermano que caminaba a mi lado”, cuenta.

El camino no fue fácil, pues se perdieron y tuvieron que caminar dos horas más de lo previsto. Sin embargo, Julia no se desanimó, sino que sintió una paz interior que le hacía decir a sus compañeros: “Confiad”. “Algo por dentro me decía que todo iba a ir bien, que tarde o temprano íbamos a llegar y que si estábamos todos ahí juntos en ese momento era por algo”, explica.

Finalmente llegaron todos bien a Guadalupe, donde les esperaba la imagen de la Virgen Morenita. “Por la tarde entramos con muchísima ilusión en el Monasterio, me arrodillé, miré fijamente a la Virgen y se me empezaron a caer lágrimas por las mejillas. Había visitado a la Virgen de Guadalupe varias veces, pero esta vez ha sido totalmente distinta. Ha sido la primera vez que la miraba y la amaba de verdad, que le decía te quiero y le daba las gracias mirándola a los ojos”, confiesa Julia.

La joven también vivió momentos muy emotivos durante la vigilia de adoración y la eucaristía del domingo, donde pudo sentir el amor de Dios y de su Madre. “Fue maravilloso”, resume.

Julia no duda en dar las gracias al Señor por haberle regalado esta experiencia y por haber cambiado sus planes por los suyos. También agradece a su amiga Castillo por hacerla partícipe de la organización de esta aventura y darle la oportunidad de servir e intentar ser luz para los jóvenes. “Tanto la Virgen como el Señor nos han tocado el corazón estos días, por eso creo que es el momento ideal para seguir evangelizando y no dejar que esa llama se apague”, concluye.

Peregrinación diocesana de Jóvenes

La delegada de Pastoral Juvenil, Castillo Abad, se muestra satisfecha: “Lo hemos vuelto a hacer. Hemos vuelto a convertir un fin de semana cualquiera del mes de octubre lluvioso y frío, en algo increíblemente maravilloso y único para más de 30 jóvenes de nuestra Diócesis que se han puesto en camino para peregrinar hasta Guadalupe, tres días de convivencia, diversión, oración y reflexión hasta llegar a los pies de nuestra Madre, la Virgen de Guadalupe; pero sobre todo han sido días de encuentro entre nosotros y con Jesucristo”. También quiso transmitir el agradecimiento de Pastoral Juvenil al obispo por “acompañarnos en esta peregrinación”.

“No hace falta añadir nada más”, indicaba Abad.  Tan sólo que han sido “una gran familia, un grupo unido que ha sabido superar las dificultades, un grupo de jóvenes que, sin miedo, anuncian el amor de Dios y quieren ser luz en el mundo. Son el presente, el ahora, sin miedo para anunciar a Cristo”.