1 abril 2013
Una Semana Santa diferente al servicio de la iglesia

Es el octavo año que Familia Misionera –www.soymisionero.es acude a Las Hurdes en Semana Santa para ayudar a su párroco, D. ángel Luis, que tiene más de 10 localidades a su cargo. Es una forma diferente de vivir estos días en este Año de la Fe: propiciar en el corazón de las personas y en el suyo propio una experiencia personal de encuentro con Cristo vivo y con su amor. Los misioneros traen un obsequio de Perú para la Madre Virginia, del Cottolengo, que fue recientemente galardonada con la Cruz de Extremadura. Además, uno de los sacerdotes que acompaña a los misioneros ha sido invitado a hacer el novenario de la Virgen de la Montaña, patrona de Cáceres. «Eso demuestra la calidad de las personas que vienen», dice D. ángel «y lo mucho que se las aprecia», afirma.
En España, casi 750 misioneros apoyarán a 22 párrocos en localidades de 10 provincias de la mano de esta iniciativa del Regnum Christi y los legionarios de Cristo al servicio de la Iglesia. El equipo de Familia Misionera en Las Hurdes cuenta este año con 10 familias que proceden de Madrid, 30 personas -24 jóvenes y adultos, y 6 niños, de quienes D. ángel destaca la el entusiasmo y la esperanza que aportan a la vivencia de la fe entre sus feligreses: «En estos pueblos en los que en el día a día no ocurren cosas extraordinarias, donde da la sensación de que somos pocos y de que todo se estuviera apagando, la llegada y la presencia de las familias misioneras ayuda a fortalecer y revitalizar la fe de las personas sencillas, ayuda a sentirnos arropados: la fe en comunidad se vive muchísimo mejor», afirma D. ángel
En este Año de la Fe, además, a D. ángel quiere profundizar en que la fe «no sólo es creer en lo que no se ve» sino «lo que necesitamos para creer aún viendo lo que nosotros vemos y que nos defrauda o nos desilusiona». Charo Artadi, que es misionera desde hace 24 años, se siente parte del lugar: «No se nos ocurre no ir de misiones», dice «llevamos tanto tiempo que nos sentimos parte de la vida de estas personas y ellas forman parte de la nuestra y de nuestro encuentro personal con Dios», reconoce.
Los misioneros comparten el Sábado Santo cada año en el Cottolengo, donde a la Madre Virginia, que recibió recientemente la Cruz de Extremadura, le han hecho entrega este año de un obsequio especial: una «chulucana», una cerámica típica de los indígenas de Perú que representa a una madre con una niña en brazos.
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