Una vida entregada: bodas de oro y plata sacerdotales

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El 11 de mayo la diócesis celebró con motivo de la fiesta de San Juan de Ávila, las bodas de oro de dos sacerdotes y las bodas de plata de otros dos. Los actos se desarrollaron en el Seminario Diocesano, con la presencia del clero diocesano y el obispo Mons. Jesús Pulido. Tras la acogida y la oración, el encuentro comenzó con la charla de don Jesús Rodríguez Torrentes sobre protección de menores y vulnerables.

Finalmente, el obispo dirigió unas palabras a los presentes y tuvo lugar una eucaristía de acción de gracias y una comida.

En torno a la fiesta de San Juan de Ávila, la diócesis celebra una jornada festiva de encuentro y fraternidad sacerdotal y festeja y se alegra del compromiso de los curas que alcanzan sus bodas de plata y oro.

En esta ocasión los sacerdotes son Román Fernández y Gregorio Martín, han cumplido sus bodas de oro como sacerdotes y Javier Romero y Jesús Luis Viñas, las de plata. Toda una vida al servicio de la diócesis.

Jesús Luis Viñas

Doy gracias a Dios por los 25 años de sacerdocio. Tengo que decir que en muchos aspectos han sido como una luna de miel. Cierto es que no han faltado dificultades y que en estos años se han producido algunas ausencias, sobre todo dolorosas, es lo que tiene la vida. Pero la sensación es de más gozo y recuerdo con cariño lo vivido. Mis primeros años en Cadalso, Descargamaría, Robledillo, Santibáñez el Alto, entonces acompañado por mi madre.

La aventura cacereña en Aldea Moret y un programa en la televisión local. Todo ello antes de pasar tres años de estudios en Roma, que fueron maravillosos. También los años de delegado de medios… Y formador en el seminario, que han sido 12. Y ahora como capellán del Hospital San Pedro, entre otras cosas, de párroco, delegado de misiones. Lo que veo es que por delante nos vienen años, digamos lo, muy intensos en nuestro presbiterio. Somos menos sacerdotes, hay más tareas que asumir y habrá que trabajar mucho por esta iglesia que camina en Coria-Cáceres, a la cual quiero muchísimo. Y, bueno, que está expectante, como toda la iglesia, a ver qué nos depara el espíritu y en este sínodo universal que estamos viviendo. Me encomiendo a Dios para que me dé toda la fuerza que necesitamos y que necesito para continuar los años que él me pida, trabajando en esta diócesis.

 

 

 

Javier Romero

Con motivo de los 25 años de mi ordenación sacerdotal, mis sentimientos son, en primer lugar, de alegría que me lleva a la alabanza. Con palabras de la Virgen en el Magnífico, alabo a Dios que ha hecho obras grandes en mí. En segundo lugar, agradecimiento a tantas personas que me han ayudado durante estos 25 años y a la diócesis de Coria Cáceres, donde me siento verdaderamente como en casa. Muchas gracias.

 

 

 

Román Fernández

Son 50 años. He intentado hacer todo lo que he podido, mejor o peor… y bueno, también como sacerdote, como mi vida entregada, con muchas cosas que podrían haber sido mejor… Mi vida ha sido una especie de entrega, como a todos se nos pide. Me encuentro a gusto, contento, satisfecho de todo esto. El tiempo que más he estado como párroco ha sido en Perales del Puerto y Villasbuenas. Pero luego he estado en otra serie de pueblos, bastantes. Me ha tocado ir mucho de acá para allá, de allá para acá, y así ha sido mi vida. A los sacerdotes que vienen detrás les diría que estamos ahí en la vida, Dios está también con nosotros, no nos falta. Pero que también la vida es dura y que no se acobarden. Ánimo a todos.

 

 

Gregorio Martín 

Han sido distintas etapas en los 50 años, pero fundamentalmente el haber compatibilizado el ser cura con el trabajo en el campo, que es nuestra procedencia. Donde hay diversidad de carismas siempre es un enriquecimiento para la Iglesia. Sería ridículo que todos los curas nos dedicáramos a subir al tractor o coger la azada, pero la presencia de donde nosotros procedemos, pues yo pienso que lo que lo que puede conducir es a enriquecer a la Iglesia. Un poco desde la referencia de Jesús de Nazaret, que se hizo presente en la historia nuestra desde el mundo del trabajo, desde la carpintería, donde la mayor parte de su vida ahí fue forjando su personalidad. Y ahí vivió el mensaje que Dios nos trae a todos aquellos que le tenemos como referencia a él, al carpintero. Que el ser cura vaya comprometido también al estilo de Jesús con la vida. El transformar la vida. No solo celebrar la fe, sino vivirla. Y vivirla en los ámbitos que a veces la vida nos puede deparar.

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